Hola pequeños hombres y mujeres!
Soy el Jaguareté ¿Como les va?

Jaguareté

Mi amigo ElOrejiverde me pidió que les cuente algunas curiosidades. Empezaré con la historia de los soldaditos de plomo

Hace muchos muchos años, había un niño que se llamaba Rafael, o mejor dicho un hombre pequeño, como a muchos pueblos originarios les gusta nombrar a los niños.

Rafael jugaba a las figuritas, a las bolitas, a la payana, a las escondidas, a la pelota, y a otros tantos juegos. Pasaba largos ratos al aire libre ya que en aquel tiempo no existían las computadoras; ni los teléfonos celulares; ni los jueguitos electrónicos, ni facebook, ni twitter, ni ninguna red. Recién empezaba la televisión, que transmitía un solo canal en blanco y negro, el color llegaría mucho tiempo después.

Lo que si existía era la radio y los libros. Nuestro hombre pequeño escuchaba mucha radio y especialmente las aventuras de Tarzán, Cisco Kid y Sandokán. Y comenzaba a disfrutar de las primera lecturas, leía un libro detrás del otro, casi siempre de aventuras.

Pero, existió un juego que fue su preferido. Era el juego de los “soldaditos de plomo”, que consistía en figuras de miniatura, réplicas de plomo, muy chiquitas, de unos 6 cm de altura. Este juego se jugaba siempre apoyado en el piso donde con pequeños espejos, que reflejaban las nubes, simulaba lagunas. Las montañas eran de libros y las cajitas eran casas y fortines… así comenzaba la diversión y la imaginación crecía Se armaban historias y aventuras: aventuras de indios y vaqueros; de soldados de Norteamérica; de caballeros medievales; de granaderos de San Martín y todo lo que la imaginación le hacia soñar.

No era fácil tener todos estos “soldaditos”, pero nuestro hombre pequeño se las ingeniaba para pedir en su cumpleaños o a Papa Noel, o a los Reyes Magos, siempre lo mismo: los “soldaditos de plomo”

A su corta edad se preguntaba ¿por que los indios que coleccionaba con pasión (y que eran los que más le gustaban y a los que el hacía ganar siempre en las batallas contra los “soldados blancos”) eran de Norteamérica?... ¿y los de acá? ¿No había? ¿Por qué no se hacian?

Lo cierto es que en aquel entonces no había “soldaditos de plomo” de esta parte del mundo. Pero Rafael era un soñador y antes de irse a dormir, leía un largo rato, apagaba la luz de su velador y entonces soñaba....soñaba con los indígenas de esta parte de la Tierra, y con sus réplicas en miniatura. En sus sueños montaba a caballo con ellos, cazaba, reía, aprendía con ellos:

Soñó con los abipones del Chaco que llevaban trajes de piel de jaguar

Abipones y Guaraníes

Los Abipones llevaban trajes de piel de jaguar y los Guaraníes con sus sombreros de cabeza de pájaro y sus arcabuces

Comechingones de las Sierras Centrales

Los “hombres barbudos”; con las mujeres y sus mazorcas de maíz

Tehuelches

Con sus mantos pintados de cueros de guanaco

Selk´nam u onas

Hermanos de la Tierra del Fuego

Lanceros con sus chuzas

(lanzas que llegaban hasta los seis metros de largo, de caña tacuara, adornadas con plumas de avestruz en la punta),

El indio “bombero” o vigía

Se adelantaba al “malón” y se ponía de pie arriba del caballo para ver si el campo estaba despejado de enemigos

Grandes jefes o lonkos como Mariano Rosas, Pincén o Calfucurá

Custodiados por sus mejores conas (guerreros) y hombres de confianza

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