En la Ciudad de Buenos Aires, se realizará el próximo 17 de septiembre una jornada cultural en homenaje a Calfucurá en el hall del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530).

Habrá un panel en el que participarán el curador y escritor Guillermo David, la historiadora Graciela Hernández, el historiador Felipe Pigna y Jorge Nahuel, de la Confederación Mapuche del Neuquén. La mesa, que se centrará en la significación de la figura de Calfucurá, será coordinada por la socióloga Maristella Svampa.

Ante la inminencia de la recuperación de los restos de Calfucurá, las organizaciones del pueblo mapuche planificaron una serie de actos para repensar la figura y el legado del cacique. Estas actividades involucran, por un lado, el debate sobre el destino de los restos del líder mapuche, que probablemente sean vueltos a enterrar en La Pampa. Por otro lado, se definió instalar una serie de hitos en lo que se denomina la “ruta de Calfucurá” en el Wallmapu (territorio mapuche) para mostrar la influencia que logró el cacique entre 1830 y 1873.

También se presentará un fragmento de la obra teatral Luna Kakana, de Patricia Casalvieri, sobre el desplazamiento de Los Quilmes. Un grupo de reconocidos artistas discutirán sobre las obras que aluden a la figura del líder indígena y, también, habrá canciones para amenizar la jornada que se extenderá desde las 19 hasta las 22.

El cierre del evento, cuya conducción estará a cargo de la periodista Liliana Daunes, será la lectura de una declaración que impulsa la Comisión Intercultural Piedra Azul. El documento, que reivindica la figura de Calfucurá, llama a revisar retrospectivamente la construcción del Estado argentino, a la luz de una historia nunca terminada de contar: la de aquellos que lucharon, resistieron y se convirtieron en emblemas políticos y espirituales.

Calfucurá (Kallfükura, Kalfukurá, Callvucurá, de Kallfu: azul; Curá: piedra)

Fue el cacique indígena más poderoso de las pampas argentinas, liderando a miles de guerreros que reunió bajo la Confederación de Salinas Grandes entre 1832 y 1873. Pertenecía probablemente al linaje huilliche, que junto a picunches, mapuche strictu sensu y “pehuenches araucanizados” integraban el gran tronco mapuche que constituyó la base de la población indígena de los”salineros” en el centro de las pampas.

“Guerrero, político y brujo” como lo definió Yunque (1956:227) la gran mayoría de las fuentes mencionan los poderes de Calfucurá por encima de sus dotes de caudillo y líder de los pueblos indígenas de las pampas. Las tradiciones dicen que de pequeño había encontrado la famosa piedra azul que lo protegía y que dio origen a su nombre (Bengoa 1987: 101).

Fue también un estratega nato, con una gran habilidad para la diplomacia, la que puso en práctica durante el gobierno de Rosas, período de una relativa calma en la frontera. Durante ese tiempo, Salinas Grandes y Buenos Aires se convierten en dos centros de poder con un intenso intercambio y variadas vinculaciones.

Morirá libre, en sus toldos en 1873, rodeado de sus caciques, capitanejos y hombres de lanza, y poco después de su última gran batalla, dejando una orden final: “No entregar Carhué al huinca”. Fueron sus últimas palabras. Un gran parlamento se reúne a la muerte de Piedra Azul. De los tres hijos propuestos, es Namuncurá (Pie de Piedra) quien ofrece más garantías: leal a la memoria de su padre; su segundo incondicional en los grandes combates; con una tradición guerrera emblemática, Manuel Namuncurá es la figura de relevo natural.

Negociador consumado (especialmente con las autoridades de la Iglesia a través de las gestiones llevadas a cabo con el arzobispo Aneiros), el nuevo lonko de los araucanos no deja de utilizar la vía del enfrentamiento cuando las circunstancias lo exigen uno de los últimos caciques en caer derrotado. Antes de eso encabezó lo que se llamó la “invasión grande”, una gigantesca operación indígena sobre las puertas de Buenos Aires.

Por El Orejiverde
Fuente: https://abyayalainternacional.wordpress.com/
Fecha: 479/2019