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Semblanza del líder Inga don Carlos Tamabioy, considerado Taita de Taitas entre las comunidades indígenas del Valle de Sibundoy, ubicada al sudoeste de Colombia, un personaje con características míticas, cuya trascendencia lo llevó a ser considerado el padre fundador y benefactor del pueblo Inga.

En la agonía del siglo XVII, el Valle de Sibundoy en el actual departamento colombiano del Putumayo, se convirtió en el escenario central donde tuvieron lugar las múltiples actividades políticas desplegadas por el que es considerado Taita de Taitas y más reputado líder de todo el pueblo Inga: el Cacique Carlos Tamabioy. En efecto, este insigne Cacique, natural del pueblo de Manoy (hoy Santiago), dando muestras de unas enormes capacidades de dirigente logró el establecimiento de diversas alianzas que condujeron a la unificación política de todas las comunidades indígenas del Valle de Sibundoy, que hasta ese momento mantenían pugnas de poder y rivalidades territoriales, auspiciadas por los funcionarios coloniales.

Uso alternativo del derecho colonial

Carlos Tamabioy, con gran realismo político para las circunstancias del momento, comenzó a explorar las posibilidades que ofrecía la voluminosa y ambigua legislación indiana para defender los derechos de los pueblos indígenas. En ese sentido cambió la utilización de la guerra y el empleo de la fuerza, en la que los indígenas llevaban la peor parte dada su inferioridad militar, por el uso alternativo de la legislación colonial, en donde en no pocas oportunidades encontró fisuras que pudo utilizar en favor de reivindicaciones indígenas.

Este conocimiento que el Cacique llegó a tener del derecho colonial le sirvió para combinarlo atinadamente con el derecho consuetudinario que regía a su pueblo y el cual desde luego, como autoridad tradicional que era, conocía a la perfección. El manejo de estas dos lógicas jurídicas distintas le permitió a Carlos Tamabioy consolidar la unidad política de su gobierno consiguiendo que los Cabildos Indígenas, creados por la legislación española, quedaran sujetos a la autoridad y jurisdicción de su Cacicazgo, emanado del derecho consuetudinario.

Con una visión de larga duración el Cacique entendió desde un comienzo la significación y trascendencia que tenía la delimitación de los territorios indígenas, de ahí que haya emprendido varias batallas legales buscando el reconocimiento de la propiedad sobre los territorios poseídos y ocupados desde tiempos inmemoriales por los pueblos Inga y Kamëntšá.

En esa dirección Carlos Tamabioy adelantó diligencias para que se respetaran los dos resguardos que años atrás, en el año de 1621, el visitador Luis de Quiñones les había amojonado y entregado a los Inga de Aponte (en el actual departamento colombiano de Nariño) y a los Inga y Kamëntšá del Valle de Sibundoy. Igualmente ante el antiguo y ruidoso litigio existente entre los indígenas del resguardo de Aponte y la familia Ortiz de Argueta que utilizando métodos fraudulentos le disputaban la propiedad a los indígenas sobre los predios de Jubanguana y los sitios adyacentes de Jachinchoy y Abuelapamba, el Cacique realizó diversas gestiones legales tendientes a conseguir que estas tierras le fueran amparadas y reconocidas a los indígenas.

Esta lucha jurídica adelantada por el Cacique Carlos Tamabioy buscando el reconocimiento legal de los territorios de Inga y Kamëntšá en Aponte y el Valle de Sibundoy, y los testimonios escritos y orales que dejó relacionados con su gobierno, han sido piezas claves en el mantenimiento de una conciencia territorial clara en los pueblos indígenas de la región, quienes en no en pocas oportunidades se han valido de este importante legado para legitimar reivindicaciones territoriales.

Artífice de la estrategia de defensa territorial

Los ejemplos al respecto son numerosos, pero baste citar los siguientes. En un telegrama fechado el 30 de octubre de 1912 dirigido por el Cabildo de Colón al por entonces Presidente de la República, Carlos Eugenio Restrepo Restrepo, en donde hay una queja por la usurpación de sus tierras a manos de los colonos, se dice: “...pueblo de Santiago, hace espacio 500 años fué fundado este pueblo […] Tenemos cinco leguas de terreno por compra hecha por nuestro abuelo don Carlos Tamabioy […] al soberano de España por 400 patacones, según consta en el acta de posesión dada a nuestros abuelos y escritura testamentaria de esos mismos...”. De la misma manera en una carta enviada a Rafael Uribe, Notario Segundo del Circuito de Pasto, por el Cabildo de Aponte, fechada el 3 de septiembre de 1928 y donde se solicita copia de la protocolización del testamento de Carlos Tamabioy se manifiesta que “este instrumento es necesario tenerlo el Cabildo para conservación y seguridad del terreno del Resguardo...”.

El intenso trabajo desplegado por el Cacique entre los años 1650 y 1700 en defensa de los territorios indígenas de la región lo revistió de una enorme autoridad moral y política. Su prestigio era muy grande no sólo entre los Inga sino también entre los Kamëntšá, quienes lo reconocían como su líder indiscutido. Y no era para menos, ya que el Cacique había conseguido poner fin a las viejas rivalidades interétnicas, y por medio de alianzas políticas propició un espacio de convivencia y armonía entre los dos pueblos. El Cacique siempre vislumbró que esta unidad sería la garante para que los territorios de Inga y Kamëntšá fueran siempre propios y no pasaran a manos de advenedizos.

Corría el mes de marzo de 1700, y el Cacique que pasaba ya de los setenta años y llevaba más de medio siglo de actividades políticas, enfermó gravemente y viendo que la muerte se acercaba ineluctablemente decidió dejar por escrito legalmente su postrera voluntad. Fué asi como acudió a dos caballeros de alcurnia, Don Gaspar de León y el Comisario Diego Ignacio Pérez de Zúñiga, y a una reconocida autoridad indígena, Raimundo Jacanamijoy, para que oficiaran de testigos testamentarios. De esta manera el 15 de marzo de 1700 el Cacique dicta su testamento donde fundamentalmente ratifica la propiedad territorial de Inga y Kamëntšá sobre un área de cinco leguas cuadradas (doce mil hectáreas), a la vez que reafirma la existencia de los resguardos de Aponte y del Valle de Sibundoy. Haber dejado estos testimonios escritos fué un acto de un marcado realismo político, puesto que desaparecidas las actas originales de la constitución de los mencionados resguardos, sólo ha llegado hasta nosotros su valioso testimonio.

Al parecer el Cacique Carlos Tamabioy no dejó uno, sino cuatro testamentos, que fueron protocolizados en Quito (Ecuador) y en Pasto (Nariño, Colombia) en distintas fechas ordenando, eso sí, que se les expidieran copias auténticas a los Cabildos de Sibundoy Grande, Santiago, Aponte y Putumayo (hoy San Andrés), para su custodia y conservación. Estos Cabildos ante el temor de que les arrebataran las copias, las guardaron celosamente durante muchos años, aunque finalmente por intervención de los misioneros capuchinos algunas de ellas se extraviaron y sólo quedó la de Aponte.

Muerto el hombre histórico, irrumpió el mito

Poco tiempo después de esta última gestión legal el Cacique Carlos Tamabioy muere dejando a su esposa Feliciana Tajamanchoy y a tres hijos legítimos: María, Marcos y Pedro, a quienes, siguiendo una antigua tradición indígena, había mencionado en el testamento exclusivamente con el apellido materno. Como una evidencia del respeto a la memoria del Taita de Taitas que todas las comunidades le guardaban, fué necesario que transcurrieran veintidos años para que se atrevieran a elegir a su sucesor. Finalmente el Cacicazgo recayó sobre Pedro Tamabioy Tajamanchoy el mayor de los hijos del ya legendario Cacique, para de esta manera continuar con una estirpe de grandes dirigentes.

A su muerte y con el correr de los años, Carlos Tamabioy el hombre real de carne y hueso, se convirtió por obra y gracia del imaginario colectivo indígena, en un personaje con características míticas, trascendiendo su existencia histórica para tornarse en el padre fundador y benefactor del pueblo Inga. De esta manera, y puesto a salvo del olvido, el gran Cacique es vinculado a una antigua tradición incásica, donde el Sol desempeñaba un papel preponderante en la espiritualidad: Carlos Tamabioy nace en el amanecer, llega a su madurez al mediodía y muere al caer el Sol. Esto se puede inferir de la siguiente historia narrada a principios de los años cuarenta del siglo XX por Rosalía Quinchoa, nativa de Chaupi-Sibundoy (hoy Colón):

“Carlos Tamabioy vino a la vida un día por la mañana, pero no como nacen todos los niños, sino ya grande y desarrollado. Siete amas de leche murieron de inanición, tratando de satisfacer el apetito descomunal del recién nacido, quien crecía de manera prodigiosa. Al mediodía, el niño era ya adulto. Por la tarde reunió a todos los indígenas del Valle de Sibundoy, les hizo escritura de todas las tierras, para ellos y sus descendientes, amojonó las parcelas, se las entregó con linderos fijos, y murió con el Sol de ese mismo día”.

Aunque la historia ha venido demostrando que las reivindicaciones indígenas tienen muy pocas oportunidades de plasmarse real y efectivamente siguiendo exclusivamente la senda de la lucha jurídica, y que en repetidas ocasiones ha sido frustrante y desesperanzador el acudir a la normativa legal para defender los derechos de los pueblos indígenas, se quiere con esta breve aproximación a su vida y obra rendirle un sencillo homenaje al hombre y al mito: al Cacique que creyó honestamente que ese era el camino y que fué consecuente con ello. Un hombre así merece nuestra grata recordación.

Epílogo: apartes de su testamento

Texto extraído de la copia expedida por la Notaria No. 2 del Circulo de Pasto, el 6 de septiembre de 1928, siendo Notario Titular Rafael Uribe. Contiene copia de la escritura No. 262 de 12 de noviembre de 1898, donde se hace la “Protocolización de un Testamento de Don Carlos Tamabioy, Cacique del Pueblo de Aponte (sic)”. Esta escritura es una copia de la expedida el 17 de febrero de 1838 por el Notario Público y de Monjas, José María De La Torre.

“[…] Estando como estoy enfermo del cuerpo y sano del entendimiento y mando […]

Item: Declaro yo mis bienes que tengo yo Don Carlos Tamabioy, unas tierras llamadas Tamabioy y hago por mi Albacea Don Melchor Geguanandioy para que haga bien de mi alma […]

Item: Declaro que dejo estas tierras a mis hijos legítimos como son Don Marcos, a Don Pedro y a Doña María y a Don Melchor mi Albacea, para que las gocen en conformidad porque así lo mando y ordeno para que gocen sin que tengan discordia […]

Item: Declaro que dejo otro pedazo de tierra llamada Gebanguana a Pablo Mimanamboy, para que las posea que es mi voluntad, a su primo hermano Rodrigo Chasoy también es mi voluntad […]

Así mismo hago saber que dejo estas tierras llamadas Tamabioy, que cogen de largo tres leguas, desde la quebrada de arriba que llaman Guaraca hasta abajo donde llamamos Aponte, que es río abajo de Juanambú, por en medio así, por la parte de Guaraca, como por la parte de Aponte, y esto dejo a mis hijos y a toda mi gente que es mi voluntad, y que no hay impedimento ninguno, ni lo impide nadie […]

Item: Declaro el pedazo de tierra llamada Abuelapamba, que es desde un mojón que hace de un río llamado Cungyaco, estas tales tierras las dejo a los indios naturales del pueblo de Santiago y a los de Sibundoy Grande, que es mi voluntad que las gocen y defiendan si hubiere alguna inquietud de persona malintencionada.

Item: Declaro que estas mis tierras que dejo son propias mías, de mis abuelos, que no tienen persona ninguna que verme, ni el Capitán Don Salvador Ortíz que tiene arrimadas sus haciendas y no le toca cosa ninguna y de querer violentar o querer quitar, haya apelación a la Real Audiencia, porque declaro que no tengo cosa ninguna que no fuere legítima, siendo todo en justa razón y derecho […]

Item: Declaro que no den agravio a los vasallos y Gobernadores del dicho pueblo de Sibundoy Grande porque las tierras que tenemos nosotros estan amojonadas desde antiguamente, llamadas las tierras de Pujatamuy, donde hace una cruz grande y estas tierras tenemos por mandato del señor Visitador Don Luis de Quiñones en la visita, amojonado y señalado de todos los visitadores que dejaron con el recaudo y mandamientos de amparo, y las otras tierras se llaman Chesmivijoy y más da en su amparo que se sepa que son de los indios naturales y las guarden los vasallos de dichas tierras […]

Item: Declaro y digo que las partes de Putumayo que no se les den agravio dichos Gobernadores como es Don Francisco Criollo, sobre las tierras Jangacoy y otras tierra llamadas Mavoboychoy y otras tierras llamadas Guasvuantaganoy, y otras tierras llamadas la Encillada, estas las poseen los señores Caciques y Gobernadores del pueblo de Putumayo porque lo repartió el señor Visitador Don Luis de Quiñones, y todos los visitadores que tenemos mandado y amojonándola con recaudo.

Item: Declaro otro pedazo de tierra, por la parte de arriba, en medio de estos dos pedazos de tierra, que es nombrado Jajuajuanchoy, que son de los indios naturales del pueblo de Santiago […]”.

Por Juan Carlos Gamboa Martínez*
Fecha: 20/8/2020

*Asesor del Proceso Organizativo del Pueblo Rrom de Colombia, el Orejiverde agradece la gentileza por compartirlo.

Imagen: http://www.memoriaycreatividad.com/relatos

Referencias bibliográficas:

- VÍCTOR DANIEL BONILLA (1969). Siervos de Dios y amos de indios. El Estado y la Misión Capuchina en el Putumayo. Segunda Edición. Editorial Stella. Bogotá, D.C-[335p.].
- EL ESPECTADOR (2016). Termina una disputa de tierras de 316 años en Putumayo. En: El Espectador. Bogotá, D.C. 17 de diciembre. En línea: .
- JUAN FRIEDE (1945). Leyendas de Nuestro Señor de Sibundoy y el Santo Carlos Tamabioy. En: Boletín de Arqueología No. 4. Instituto Colombiano de Antropología (ICAN). Bogotá, D.C. Pp. 315-318.
- JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ (2006). Una aproximación a la historia de los pueblos indígenas de Colombia. Inédito. Valledupar. [78p.].
- ANTONIO GARCÍA (1978). Legislación indigenista y política del Estado. En: Enfoques Colombianos. Temas Latinoamericanos.
Indígenismo. Serie Monografías. No. 11. Fundación Friedrich Naumann. Bogotá, D.C. Pp. 25-62.
- NOTARÍA SEGUNDA DEL CÍRCULO DE PASTO (1928). Copia de la escritura No. 262 de 12 de noviembre de 1989. Protocolización de un Testamento de Don Carlos Tamabioy, Cacique del pueblo de Aponte. Pasto. 6 de septiembre.
- ARMANDO OVIEDO ZAMBRANO (1978). Proceso histórico de las tribus Ingas y Kamsá en el Valle de Sibundoy. En: Enfoques Colombianos. Temas Latinoamericanos. Indígenismo. Serie Monografías. No. 11. Fundación Friedrich Naumann. Bogotá, D.C. Pp. 113-132.

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