Los restos óseos fueron traídos a Francia por el conde Henry La Vaulx, un aventurero de 27 años, que profanó la tumba a fines del siglo XIX. Esta restitución es fundamental para el reequilibrio espiritual de las comunidades de origen.

El jefe de colecciones del Museo parisino, Michel Guiraud, en declaraciones a la página web de France 24 informó que el pedido de restitución presentado por las comunidades originarias con el acompañamiento del Colectivo GUIAS (Grupo Universitario en Investigación en Antropología Social) ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina ya fue remitido a la cancillería francesa.


Los restos óseos de Liempichun -sobrino además del Pu lonko Sakamata- llegaron a Francia luego de que el conde Henry La Vaulx, un aventurero de 27 años, profanara su tumba a fines del siglo XIX para robarse su esqueleto.

La Vaulx recorrió en 1896 la Patagonia, donde trabó contacto con caciques de la región. Impresionado por la altura de los indígenas, comenzó a estar atento a los entierros para luego profanar las tumbas y saquearlas.

Fue así como La Vaulx desenterró a varios mapuche y tehuelche recién fallecidos y tras depositarlos y hervir los cadáveres en caldero -procedimiento que relató en su libro "Viaje a la Patagonia", en un capítulo titulado como "Cocina macabra"-, los llevó a Francia y pasaron así integrar las colecciones del Museo del Hombre de París.

En el 2009 el historiador Julio Vezub realizaba una investigación en el museo parisino cuando identificó el cráneo de Liempichún Sakamata, lo fotografió y dio a publicidad, notificando además a las comunidades y a los descendientes del hijo del cacique. Según publica France 24, Guiraud dijo que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia envió una solicitud de informe sobre los restos pero remarcó que aún no le llegó la petición oficial.

“El día en que recibamos oficialmente la solicitud, se responderá favorablemente”, garantizó el jefe de Colecciones del museo parisino. Guiraud señaló que para que la restitución se concrete debe tratarse de un resto óseo humano debidamente identificable y debe haber un familiar vivo, y en este caso están dadas las dos condiciones.

La restitución de los restos de Liempichun Sakamata es una cuestión de derechos humanos, de respeto a los pueblos originarios y una reparación histórica, sostuvo el coordinador del GUÍAS, Fernando Miguel Pepe.

"Para muchas comunidades, el círculo de la vida se cierra cuando vuelven a la madre tierra, a la `Ñuke Mapu`. Sin ese regreso, su mundo espiritual está incompleto, más allá de que es un derecho humano inalienable", afirmó.

Pepe aseguró que "cuando Liempichun Sakamata sea enterrado en su tierra, junto a sus seres queridos, y sus descendientes puedan realizar los rituales correspondientes según su cosmovisión, el circulo se cerrará y retornara en parte la armonía a las comunidades".