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En la escuela, nuestros niños están aprendiendo a juntar letras, pero esas letras no dicen nada sobre los indios. Los niños aprenden a ser blancos y eso no está correcto

- Deja de ser infantil: ¡No llores! ¡Pórtate bien! No hagas tonterías.
Ese discurso no tiene ningún sentido ni puede traducirse a la lengua kaingang. Quien afirma esto es un recién doctor indígena, el kaingang Josué Carvalho que últimamente defendió la tesis "Enquanto os adultos brincam: introdução aos processos próprios de ensino-aprendizagem da criança kaingang" en la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG). El autor usa "criança" (niño) en el título porque escribió la tesis en portugués, pero dice que el término es inadecuado para dar cuenta de la realidad que describe en la que se aborda la infancia con otra visión, sin ninguna connotación despectiva.

A lo largo de cuatro años, el autor se encontró dividido entre la universidad - donde leyó y discutió textos teóricos de antropología de la infancia - y las aldeas de la Terra Indígena Nonoai (territorio de los kaingang en Rio Grande Do Sul) - donde realizó su etnografía, conversando con sabios locales, kujás (líderes espirituales), consejeros, parteras, jóvenes y niños de ambos sexos. Observó, filmó, grabó y anotó en el cuaderno las pláticas con ancianos facilitadas por la presencia en todas ellas de la abuela, doña Fia, de 107 años. La prima y las sobrinas ayudaron en las entrevistas con niñas y su hijo Vinicius, de 10 años, en el encuentro con niños.

La tesis busca responder algunas cuestiones: ¿cómo aprenden hoy los niños kaingang, en un contexto de contacto con la sociedad regional? ¿Cómo viven y piensan? ¿Cómo interactúan con la sociedad envolvente? ¿Cuáles son las formas de circulación de los saberes tradicionales? ¿Cuál es el papel de la escuela? Por fin, ¿cómo ven a sus hijos los kaingang?

Las tres madres

La traducción más próxima en lengua kaingang de lo que entendemos por niño exige el uso de tres palabras que demarcan fases de la vida. Abuelos y adultos usan "un xî" para hijos entre 0 y 3 años de edad, "kãxit xi" para aquellos entre 3 y 8 años y "kãxit" que nombra los de 8 a 13 años. Ninguno de los términos se usa en el sentido de "inmaduro", "inexperto", "pueril". Todo esto porque no se considera al hijo como una hoja de papel en blanco a quien se le debe "enseñar", sino como un ser que comparte saberes. No se trata de "modelarlo" para vivir en el mundo adulto, de imponer, sino de construir juntos el saber.

La búsqueda conjunta del saber la desempeñan inicialmente las tres madres: la madre biológica - que vive con el hijo hasta los dos años como si estuviesen amalgamados en un único cuerpo, la madre xî - una hermana mayor que cuida el hermano menor, y la madre kofa - la abuela que cuida los nietos. Así funciona con los kaingang que hoy en día son 40.000 personas, de las cuales 5 mil viven en centros urbanos y 3 mil en cuatro aldeas de las Tierras Indígenas Nonoai. Josué señala que sus observaciones se limitaron a las dos aldeas: Bananeiras 1 y 2.

En una de ellas vivió con su madre, que es kaingang y con su padre, de origen italiano y guaraní, que fue a vivir como un kaingang. La familia reside en la aldea hasta hoy, pero Josué, alfabetizado por su mãe xî - una hermana mayor – fue a estudiar y a trabajar a São Paulo cuando tenía quince años. Retornó para dedicarse al magisterio como profesor de los años iniciales en la Escuela Estadual Indígena Perõga, en Nonoai, de 2004 a 2006. Tuvo entonces la oportunidad de observar el comportamiento de los muchachos, lo que haría, de forma más sistemática, en la investigación de doctorado.
- Crecí en una región de frontera entre indios y no indios, oyendo que los indios no valen nada, son sucios y perezosos. Aprendí desde chico a estar siempre alerta y eso que yo no me parecía físicamente a un indio por el hecho de que mi padre era italiano. Un italiano kaingang con mucho orgullo. Cuando entré a la escuela, todo lo que aprendí servía para dejar de ser indio o para tener prejuicios contra los indios.

Los sabios con quien Josué conversó lo confirman. Reafirman que la escuela, en vez de ver los alumnos con la visión que los kaingang tienen de los "kãxit", trae de fuera el concepto de "criança" con todos sus significados y prejuicios, lo que es desastroso. "La escuela no ve a los niños. Los niños no dejan de ser, de forma natural, para cambiar y ser otro, dejan de ser negando lo que son y no hay necesidad de dejar de ser negando lo que se es. Cuando eso acontece, está todo errado" dice un kujá.

Incendiando la escuela

La madre de Josué, hoy con 60 años, recuerda la miopía de la escuela y la violencia para adherir a ella: "En aquella época, yo era una niña de 9 años, tu abuela no quería mandar los hijos a la escuela, por eso la amarraron a un tronco (...) tiene hasta hoy marcas en la pierna porque no nos quería mandar a la escuela. En esa escuela, si alguien hablase en nuestra lengua, recibía castigos, se quedaba sin comer, a veces de rodillas, la profesora usaba una vara bien grande para dar una zurra a quien hablase en la lengua, en esa época perdí la lengua".

Dona Fia, la abuela, confirma los castigos: "Soporté el tronco porque no quería que mis hijos fueran a aprender las costumbres de los blancos en la escuela, después de tanto ser castigada, los mandé a la escuela durante unos tres años, luego dijeron que no era más necesario, entonces no quise obedecer y me llevaron al tronco de nuevo, pero al cabo de tantos castigos, les prohibí a mis hijos que hablen la lengua; casé cuatro hijos con blancos y tu madre con tu padre, que es italiano. Tuve primero rabia de las costumbres de los blancos, después de las costumbres de los indios".

Tereza Kaxin, 81 años, líder espiritual, contó que en los años 1970 la escuela fue incendiada: "La iglesia decía que no deberíamos obedecer a los kujás que manipulaban las hierbas de la selva y danzaban para los espíritus. Yo era pequeña, pero me acuerdo de la kujá partera, que sabía todo sobre hierbas, la quemaron viva en medio de la aldea para servir de ejemplo. Mi madre contaba que ellos perseguían a las kujás armados y con perros. Al ver que había muchos blancos en la aldea y que nuestras costumbres se estaban perdiendo, expulsamos a los colonos de la aldea y quemamos la escuela.”

Josué escucho a otros sabios entre los cuales al cacique José Oreste do Nacimento, al kujá Jorge Garcia y a la partera Maria, que hablaron sobre los "kãxit" así como sobre la actual escuela indígena intercultural y bilingüe. El consejero de la aldea Bananeiras resumió el pensamiento de todos:

"La escuela se ha esforzado mucho para enseñar las cosas de los indios, pero nunca va a ser indígena, porque se pierde al querer agradar al indio y al blanco. Cuando veo un ritual hecho por la escuela, me doy cuenta que es un espacio de los no indios dentro de la aldea, porque los niños no están haciendo como lo hacen en casa, están presentándose aún para los fóg (no indios), están aprendiendo a mentir sobre ellos mismos.”

La evaluación coincide con la crítica de Bartomé Meliá, para quien la interculturalidad, en la cual se fundamenta la actual práctica escolar indígena, es una teoría bonita y un programa razonable que defiende la pedagogía del diálogo y la superación de las diferencias sin eliminarlas, pero que en la práctica se acaba revelando un rotundo fracaso.

P.S.1 - Josué Carvalho. Enquanto os adultos brincam: introdução aos processos próprios de ensino-aprendizagem da criança Kaingang. Programa de Pós-Graduação em Educação. UFMG. 2016. Banca: Ana Gomes (directora), José R. Bessa Freire (UNIRIO/UERJ), Verônica Mendes Pereira (UFOP), Luiz Alberto Oliveira Gonçalves (UFMG), Rogério Correia da Silva (UFMG) P.S.2 - Algunos lectores cobran artículos sobre la realidad política condimentada con la Lava-Jato (el escándalo Petrolao), pero hay tanto dueño furibundo de la verdad que escribe sobre eso, que no hace la menor falta un mortal perplejo y lleno de dudas, que se siente como el cangaceiro de Glauber Rocha: "El cangaceiro se cansó. Cansó no porque le faltase fuerzas para enfrentar a su enemigo, sino porque no podía más respetarlo, considerando que es terrible gastar tanta energía con lo que no avanza ni engrandece”. Además, los medios de comunicación impresos no se ocupan de los kaingang, que solo le interesa a una media docena de ‘gatos pingados’, con quien comparto estas líneas.

N de ElOrejiverde: las palabras de la bajada de esta nota pertenecen a Fernando, 79 años, consejero kaingang de la T.I. Nonoai.

Por: José Ribamar Bessa Freire
Fuente: Diário do Amazonas
Fecha: 15/4/2016

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