Huéspedes de la tierra, anfitriones de lo humano

Cada deforestación, expropiación, extinción o incendio donde fuera que sea, asesina un poco a la tribu y a quien canta en la tribu y cura, a ese que tiembla con cada contaminación
Durante el verano de 1661, a un alto representante del conservador clero ruso, Avvakum Petrovich, el zar le deportó a Siberia. En Siberia el jefe de expedición, Paskov, decidió hacer una consulta a un médico local. Avvakum describió lo sucedido como una mezcla de plegarias y alucinaciones llevadas a cabo por quien la comunidad denominaba shaman.
En la lengua tungus (grupo de lenguas de Siberia y Manchuria) shaman significa el que sabe. ¿Sabe qué? Sabe, entre otras cosas, guiar los muertos a su descanso. ¿Quién deviene en shaman? Mayormente es elegido por los espíritus. Siendo marcado por los espíritus se puede deducir que menos se trataría de forzar el acceso a otra realidad que asumir la correlación con la misma por medio de simpatías. Esta promoción advendría ante la combinación de un cruce entre fuerzas.
Cuando el shaman relata su viaje al mundo de los espíritus articula una correspondencia entre una sensibilidad narrativa apuntalada a sus interlocutores y lo visualizado de modo personal dentro de las realidades que transita. Él relata lo que percibe para este mundo cuando lo que transita es una zona difusa de formas indeterminadas, siendo no obstante determinantes y reales para la vigilia; una hecha de energías, de figuras míticas salvadas con espíritus extraños concebidos para promover una familiaridad. ¿Cuál? la de volverse tierra.
Convertirse en somormujos los shamanes de Siberia o en jaguares los hombres de conocimiento del Amazonas. Convertirse en otra vivencia según la experiencia define que se es con una forma cuando a su vez se puede devenir en otra a juzgar por sus efectos. Entonces, ser parte del devenir, no su materia consecuente es competencia del shaman, quien canta en su choza y alcanza por medio del sonido una expansión consciente. Inmerso en otro estrato circula su doble, esa parte de él que dilucida lo que interactúa con la vigilia, lo que recompone al sujeto que la recorre, la que influye a los integrantes de una comunidad.
El shaman intermedia entre lo extraordinario y lo ordinario, lo desconocido y lo conocido. El shaman vive entre las formas centradas en lo humano que lo configuran y los desplazamientos hacia un fondo vital que lo descentraliza. El shaman si propicia para sus pacientes rebosar lo terapéutico es para también sondear lo existencial. En este proceso el paciente discierne que hay algo que lo revela hacia una fuente sin por ello garantizarle un dominio. Vislumbrarse como cultivo de lo divino inserta la expresión humana en un propósito antes que definirlo como lo que se consuma.
Quien fomenta el vínculo con lo sagrado se conecta con la naturaleza de modo íntimo, no por nada los pacos andinos protegen la tierra y la relación con la tierra cuando su necesidad es de honrarla y así purificarse tanto antes como durante. Aquí no solo habría una proposición ética sino también una condición ecológica, una forma de asignarle al hombre un lugar entre los seres vivos, una libertad dispuesta en el medio del vínculo antes que ubicarlo en un vacío en donde de modo aislado se delibera. Siguiendo con este alcance, para los hombres de conocimiento (shamanes, pacos) se trata de cuidar la tierra porque no habría exactamente un lugar vacío por fuera de una relación de fuerzas.
Las fuerzas hacen al universo, y los hombres son en esas fuerzas y son el resultado de esas fuerzas. Las diferentes articulaciones podrían recomponer a un ser vivo según sus competencias diversas. Lo vital hecho de consciencia e incidencias, se asentaría en un transcurrir de una vida compuesta por correspondencias. Así cada practicante se relaciona con tantos estadios del mundo, como tantas son las posibilidades de resonar entre las distintas partes, fases y eslabones de la naturaleza. La retroalimentación que ilustraría esta ecología es conforme a la composición de sus fragmentos.
El shaman es quien por estar en comunión con lo sagrado aún está haciéndose, hombre que no se describe por sus herramientas sino que se reconoce por sus asunciones. Aquel hombre que soporta un tiempo en una carpa de sudoración o atraviesa la nocturnidad de una mareación, pueda que alcance visiones propicias para su desarrollo, sumando también a ello, la certeza de un sol próximo a despuntar en el horizonte. El shaman sabe que todo está vivo, que mientras más se busca un origen más vidas se halla, porque la vida tiene descomposiciones de sí, pero porque están sujetas a recomposiciones alternas también. De modo contrario, la vida que tiene detenimiento no sería del todo vida sino modos de un recurso o bien, parte de un proyecto retenido.
Cada deforestación, expropiación, extinción o incendio donde fuera que sea, asesina un poco a la tribu y a quien canta en la tribu y cura, a ese que tiembla con cada contaminación. Menos sería el miedo lo que al shaman lo impulsa sino el sufrimiento de una especie que por buscar un futuro esplendoroso pareciera evadir su misión vital en donde en lo sagrado se reconoce. No sería su muerte sino la transmisión de la vida lo que él defiende; en su pueblo aún habita la liberación de los perpetradores, quienes por confundir el sabor del saber con un obstáculo del porvenir, crean sin más destino que el técnico cuando el destino más opera en una función dentro de una creación integrada que rezuma.
En la soledad de la noche, allí el shaman mantiene su súplica, sin perder su dignidad por el hecho de ganar en individualidad, sin buscar subyugar si se tiene por precio la devastación. Sabe que su propia imagen paciente no está exenta de luz y atracción aún por sobre sus acciones así como por la elaboración de sus mesas. Persiste, no como espectáculo para un occidente ocioso, sino por velar un sentido que los ancestros imprimieron: concebir al hombre como huésped de la Tierra y anfitrión de lo humano, hombre que se encuentra inmerso en una naturaleza eclosionada.
Algunas fuentes bibliográficas sugeridas:
• BUSTO, Roberto (2008), Brujos y Chamanes, Madrid: Libsa
• ELIADE, Mircea (2003) [1951], El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México DF: Fondo de Cultura Económica.
• NARBY, Jeremy y HUXLEY, Francis (comp.) (2005), Chamanes a través de los tiempos, Barcelona: Kairós.
• MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos (2014), Toda la Tierra es una sola Alma, Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.
• MONACHESI, María (2008), Profecías Incas. Asombro y sabiduría en épocas de cambio, Buenos aires: Editorial Kier.
• WILCOX, Joan Parisi (2000) [1999], Los guardianes del conocimiento, Barcelona: Ediciones B.
• VARTABEDIAN, Diego (2014), Conversaciones con el águila. Encuentro con cuatro chamanes urbanos. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.
• VITEBSKY, Pier (2006) [1995], Los chamanes, Madrid: Evergreen.
Por Diego Vartabedian
Fecha: 1/5/2016
- Fuente
- Escrito por Diego Vartabedian
- Categoría: El don de la palabra