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El mensaje de Jorge Luis Delgado, autor de “Despertar Andino” y “Sabiduría Inka”, chakaruna (hombre puente), y yatiri (hombre de sabiduría) del Perú en un rescate de la cosmovisión ancestral con miras al futuro

Fue una charla de poco más de 20 minutos en un estudio de radio Mantra, en el programa de ElOrejiverde del jueves 6 de octubre, donde Jorge Luis Delgado, nos condujo hasta lo más profundo del pensamiento andino uniendo los arcanos de los Andes con el futuro en el nuevo Pachakuti que nos toca vivir. Fue un baño de revelaciones donde lo espiritual se tiñó muchas veces de poesía, aunque más que de bellas metáforas, se trataba de una sustanciosas verbalización de contenidos con los que la cultura andina entiende su realidad y la realidad del mundo. Contenidos que podrán diferenciarse ligeramente de las enseñanzas de otros maestros, porque cada Anciano ha transmitido sus conocimientos de distinta manera a sus discípulos, pero que encierran, en el fondo, la misma cosmovisión y el mismo mensaje desde el corazón andino hacia la consciencia universal en evolución.

Una cosmovisión por momentos misteriosa, por momentos relegada al olvido y que es bueno rescatar con algunos datos reveladores. Por ejemplo que, luego de reemplazar a su padre y vencer a los chankas, en 1498, Pachakutec Inka desarrolló, como nunca antes y nunca después, el ordenamiento y expansión del Tawantinsuyu, encarando, entre otras obras, la reconstrucción del Cosco, el “ombligo” político del reino. Allí, su obra principal fue el Korikancha o Intikancha, Templo de Oro o Templo del Sol, centro espiritual del mundo y el linaje inkaicos, dedicado al Sol en sus dos manifestaciones: como Inti, el sol genérico, y como Punchao, el sol de soles, la primera luz del día o el nuevo amanecer.
En el patio del templo, cuyas paredes estaban recubiertas con planchas de oro, había una estatua de oro puro, de la altura de un niño de diez años, representando al Punchao. En una cavidad en su vientre llevaba los corazones de los reyes inkas, reducidos a polvo. Punchao marchó, como emblema, al frente de los ejércitos incas y los acompañó hasta la última batalla. En 1537, caído Atahualpa, quedó en poder de Manco Inca, y fue tras la derrota de Túpac Amaru Inka, en 1572, que cayó en manos de los españoles, quienes la enterraron en un lugar secreto donde todavía se halla oculta.

En la parte exterior del Korikancha, sólo decorada una banda continua de oro, pendía además otra expresión del Punchao: un enorme disco “de oro finísimo, con gran riqueza de pedrería y puesto al oriente con tal artificio que, saliendo el sol, daba en él, y como era el metal finísimo, volvían los rayos con tanta intensidad y claridad que parecía otro sol”. En el reparto que hicieron los españoles de las riquezas del templo, le tocó este disco a Mancio Sierra de Leguízamo, quien lo perdió una noche en un juego de dados.

Ese fue Punchao, el símbolo de la luz, de la vida que renace cada día, lo protector y emblema de los Hijos del Sol frente a la destrucción que trajo la conquista española.
Allin Punchao!!!! –saluda Jorge Luis Delgado en El Orejiverde- ¡El impacto de la luz en ti es magnífico!

Y aclara: “Este es el saludo de los ancestros, que aún usamos en algunas ceremonias, como el Inti Raymi. Son bendiciones de la luz… Es para recordarnos la luz que somos. Lo primero que hacían nuestros ancestros era recordar que somos Hijos del Sol, que somos luz y eso es lo que hace la vida extraordinaria y lo que hizo extraordinaria nuestra cultura, dejando que la luz del Padre Sol impacte en nuestro sol interior

¿Qué es ser un chakaruna?

Todos somos hombres puentes en este nuevo día, porque estamos en servicio, porque todos somos un aporte, todos somos un rayo de luz. Cuando lo primero que recordamos es la luz que somos, recordamos que somos amor y estamos en servicio. ¿Por qué? Porque la claridad nos trae el entendimiento de que venimos del amor de Pacha Tata y Pacha Mama y por lo tanto somos amor.

Al hablar de nuevo día, hablamos de algo distinto, ¿ estamos viviendo un Pachakuti?

Si, y debemos actuar en consecuencia, aceptando el mensaje de lo que es el ciclo que se inicia. Porque Pachakuti vendría a ser el retorno a la felicidad, el retorno a la esencia del Cosmos, que es la vida misma. Ser Hijo del Sol es ser optimista, lo que significa asumir una actitud en la vida, y esa actitud no es precisamente la de victimizarse sino ver cómo será nuestro aporte para la evolución de la vida, porque con nosotros o sin nosotros esa evolución sigue dándose. ¿Qué queremos los Hijos del Sol? Ser como el Padre Sol, brillantes, fulgurantes, claros, pero estas cualidades hay que traerlas a la vida cotidiana, siendo, en primer lugar, honestos con nosotros mismos para armonizar nuestros dones y nuestras debilidades y luego hacerlo con los cinco reinos, las plantas, los animales, las piedras, etc. con los que somos uno.

Este es el aporte del mundo andino: un aporte a la evolución de la vida, tomando conciencia de que somos un rayo del Padre Sol, que es un gran Portal. Pensemos que la palabra “Inka” viene de Inti, “In”, y luego de “k´ana”, porque “k´a” es el rayo que significa claridad, transparencia. Luego, la luz que viene del Padre Sol es In´k´a y como cada uno de nosotros somos una expresión del Padre Sol en el cuerpo físico, seríamos como un cristal, como un cristal que deja fluir la luminosidad de los siete rayos, por lo que la luz que toca a la persona, lo que recordamos cada mañana, es el In´k´a.

Es la conciencia de que somos luz como el Padre Sol y dejamos fluir Amor, Servicio y Sabiduría (Munay, Llankay y Yachay) , los verdaderos atributos del Inka en lugar de los conocidos “Ama sua, Ama Lulla, Ama k´ella”, que advertirían que no robes, no mientas ni seas ocioso, cuando, por ejemplo, no tenemos la idea de lo que es trabajo sino servicio, de darle una mano a la Madre Tierra, al Padre Sol, para traer belleza, abundancia y armonía con todas las expresiones de la vida.

¿Cuál es tu mensaje, el mensaje del mundo andino para este Pachakuti?

Que lo más importante es que nos amemos, pero primero a uno mismo, que es la contribución más grande. Esto comienza desde la mañana, recordando la luz que somos antes de todo los que tenemos que hacer en el día, como hacemos habitualmente, y luego veremos que los demás también son luz. Porque abrirnos a la luz del Padre es una forma de alimentar el alma, de poder tener raíces fuertes y florecer en cualquier estación, en cualquier espacio, porque no se requiere un lugar especial para ser felices. Estamos en el lugar que nos ha dado el Cosmos, y desde ahí podemos empezar a crecer espiritualmente.

Por María Ester Nostro
Fecha: 22/10/2016

Para mayor información ver:
Mantra FM 91.9
www.mantrafm.com.ar/
Mantra/ElOrejiverde, Legado ancestral
http://www.mantratv.com.ar/index.php/legado-ancestral/

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