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Lo que ayer era incierto se ha transformado en certezas del presente; y los sitios arqueológicos que hoy son cuestionados, aportarán aunque sea pequeñas piezas al rompecabezas del pasado americano

Los resultados de las investigaciones arqueológicas, en muchos casos dependen de la integridad de los contextos que han sobrevivido hasta el presente. Además, las ideas que se formulan acerca de un sitio arqueológico son sujetas a revisión y comparación por parte de colegas, lo que hace que algunas de esas ideas se acepten, se rechacen, se mantengan en discusión, o generen controversias.

En muchos casos lo que se discute son elementos puntuales de un contexto (un fechado, la asociación entre diferentes artefactos, la formación de algún yacimiento arqueológico) sin que eso altere los consensos obtenidos para el resto del sitio. La aceptabilidad no siempre se debe a razones de validación de la evidencia sino que también depende del apoyo directo de colegas o de la “comunidad científica”, y pueden actuar factores de defensa de ideas previas, políticos o nacionalistas. Así, los criterios de aceptación varían a lo largo del tiempo, de investigador en investigador, e incluso de evidencia en evidencia.

El estudio del Poblamiento de América cuenta con acuerdos acerca de cuándo se produjo dicho proceso (ver Los primeros pasos en nuestra América ) aunque también existen casos que son centro de discusiones y controversias que dividen las aguas entre quienes defienden una alta antigüedad y quienes se inclinan por una profundidad temporal no mayor a 20000 años.

En esta nota trataremos algunos casos controversiales en la arqueología de los primeros americanos que servirán para comprender cuáles son los elementos que pueden resultar controversiales en las investigaciones y cómo avanza el conocimiento arqueológico según pasan los años.

Dataciones altas y herramientas simples

En el área de Serra da Capivara (Piauí, Brasil) se encuentra el sitio Pedra Furada investigado desde fines de la década de los 70. En las capas más profundas de las excavaciones, los investigadores encontraron herramientas de piedra y restos de carbón de los que obtuvieron fechados de entre 30.000 y 40.000 años antes del presente. Estas dataciones resultaron demasiado altas en relación a otros sitios arqueológicos de América, por lo que pronto llamaron la atención. El escaso trabajo de talla en los artefactos de piedra fue otro de los elementos que no convenció a parte de la comunidad arqueológica, ya que estas "herramientas" están hechas de las mismas rocas que caen del acantilado en el que se ubica el sitio y se estimó que la fragmentación de dichas rocas pudo deberse a causas naturales (por ejemplo, la fractura mediante el golpe de los guijarros al caer).

Recientemente, un grupo de investigadores publicó los resultados de sus investigaciones sobre la conducta de los monos capuchinos de Piauí. El equipo observó que dichos monos utilizan bloques de piedra para diferentes tareas, incluso partiéndolos deliberadamente y generando herramientas de piedra idénticas a la de los niveles discutidos de Pedra Furada. La similitud entre las herramientas más antiguas del sitio y las de los monos actuales abre la puerta a considerar si las primeras fueron hechas por capuchinos de antaño y no por seres humanos.

No obstante, los niveles posteriores del sitio Pedra Furada, que presentan ocupaciones humanas de unos 12000 años de antigüedad, no son cuestionados por otros investigadores y aportan mucha información a las preguntas sobre cómo y cuándo fue poblada Sudamérica.

No todo lo que está junto es sincrónico

En Tlapacoya (México DF) se han excavado numerosos sitios arqueológicos. Durante la década de los 60 y subsiguientes, en los estratos más antiguos de Tlapacoya I, se identificaron posibles fogones asociados a restos de fauna extinguida (oso, caballo americano, bison) y a unas pocas herramientas de piedra. Esos conjuntos fueron fechados entre 22000 y 25000 años antes del presente, una edad demasiado alta para lo que suelen mostrar las evidencias humanas más antiguas de Mesoamérica. Nuevos trabajos realizados durante el siglo XXI, reexaminaron la evidencia y rebatieron la confiabilidad de estos contextos: dicha asociación se debió a factores que intervienen en la formación de los suelos (formación de grietas, por ejemplo) y que agruparon elementos que originalmente correspondían a diferentes momentos de ocupación del área. Los otros sitios arqueológicos de Tlapacoya muestran claramente que hace algo más de 10000 años los alrededores de la actual capital mexicana estuvieron poblados por humanos que convivieron con la megafauna.

Cuando los datos cuestionan el status quo

La arqueología del poblamiento americano en los Estados Unidos de Norteamérica se encuentra muy ligada desde hace décadas al paradigma “Clovis first” que plantea que los primeros grupos en poblar el continente lo hicieron desde Siberia hace unos 13000 años, con una tecnología de piedra cuyo objeto más reconocido son las puntas de proyectil Clovis. Esta idea se encuentra tan arraigada en la comunidad científica de ese país que cada hallazgo que permita proponer una entrada más antigua al continente es profundamente revisada. Ese es el caso de varios sitios arqueológicos, como Page Ladson (Florida) y Cactus Hill (Virginia) que muestran ocupaciones pre-Clovis de hasta 18000 años de antigüedad. En la medida en que los hallazgos pre-Clovis fueron más frecuentes, la comunidad arqueológica norteamericana comenzó a ser más permeable a la idea de que la “cultura Clovis” no haya sido la primera en poblar el norte americano.

Aun así, existen casos que permanecen en el ojo del debate. El abrigo Meadowcroft (Pennsylvania) fue excavado durante la década de los 70 y se obtuvieron fechados de entre 16000 y 19000 años para conjuntos arqueológicos con herramientas de piedra. La alta antigüedad de los depósitos fue cuestionada debido a la posibilidad de que las muestras de carbón pudieran haber sido contaminadas por acción de aguas subterráneas y haber “envejecido” los fechados, cuestión que sigue siendo motivo de debate hoy en día. La re-datación de los conjuntos de Meadowcroft sigue en la agenda del estudio del poblamiento temprano del noreste norteamericano.

Constante revisión

El registro arqueológico no es algo que se lee de manera directa. Son necesarias múltiples miradas para comprender los vestigios que sobrevivieron al paso del tiempo y a los diferentes procesos que actuaron sobre ellos durante milenios. El refinamiento de las metodologías, de las capacidades de análisis, y la ampliación de las investigaciones hacen que la relectura de algunas evidencias sea ineludible. De esta manera, la revisión de problemas como los mencionados en este texto permite pulir nuestros conocimientos sobre el pasado. Lo que ayer era incierto se ha transformado en certezas del presente; y los sitios arqueológicos que hoy son cuestionados, aportarán aunque sea pequeñas piezas al rompecabezas del pasado americano.

Por Dario Hermo
Fecha: 8/12/2016

Notas Relacionadas:
Los primeros pasos en nuestra América, 09 de enero 2016

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