EL TIEMPO Buenos Aires

Parcialmente nublado

T22°
Parcialmente nublado

Min: 16°C    Max: 23°C

La construcción de esta obra de 260 kilómetros de extensión implicaría la destrucción de la biodiversidad en el centro de México y pone en riesgo la existencia de centros espirituales indígenas

San Pablito es una comunidad indígena enclavada en un paraíso de montañas verdes, agua abundante y helechos con anchas hojas que parecen salidas de un paisaje prehistórico.
Se ubica en el municipio de Pahuatlán del Valle, en la Sierra Norte del estado de Puebla, el sexto más grande de México, que está localizado apenas a dos horas de la capital del país.

En San Pablito todos se conocen, por eso supieron de inmediato que las camionetas que andaban a orillas del pueblo, al pie de los cerros, en territorio sagrado otomí, no eran de ahí. Como tampoco eran de ahí los hombres que fueron vistos en el cerro del Brujo, donde nacen los manantiales de agua pura, considerada sagrada.

Lo que estaban haciendo esos hombres eran mediciones para enterrar tubos de 36 pulgadas (casi un metro) de diámetro: un gasoducto de 260 kilómetros que se extiende por tres estados, 22 municipios y la Región Terrestre Prioritaria del Bosque Mesófilo de Montaña, donde está San Pablito.

La comunidad señala que este megaproyecto de la empresa TransCanada amenaza los lugares sagrados del pueblo otomí, pero también los mantos freáticos, la captación de agua del subsuelo y por consiguiente la recuperación de las fuentes de agua.
El proyecto ya atrajo la atención de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, quien realizó una misión de observación en febrero pasado por las denuncias de violaciones a los Derechos Humanos reportadas por los pueblos indígenas, así como los daños al medio ambiente.

La amenaza del gasoducto

En la zona norte de Puebla, a 180 kilómetros al noreste de la capital del país y al occidente de la Sierra Madre Oriental —una cadena montañosa de aproximadamente 1350 kilómetros de longitud que atraviesa al menos ocho estados— hay una zona conocida como el “bosque de niebla” por la presencia constante de nubes y altas precipitaciones que forman parte de la región del Bosque Mesófilo.

Este ecosistema ocupa el 1 % del territorio de México pero alberga el 10 % de todas las especies de flora y fauna del país. Su existencia es central sobre todo para la captación de agua y el crecimiento de los mantos freáticos.

Por su dispersión y las extensiones tan diversas que abarca, el Bosque Mesófilo está dividido en varias regiones. La parte ubicada en el norte de Puebla es una subregión conocida como Bosques Mesófilos de la Sierra Madre Oriental. Esta es considerada una Región Terrestre Prioritaria (RTP) por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), por su riqueza ecosistémica mayor al resto del país, su integridad ecológica funcional y sobre todo porque existe una oportunidad real para su conservación.

Pero este ecosistema singular está hoy amenazado por la construcción del Gasoducto Tuxpan–Tula, según denunciaron las comunidades locales, un proyecto de la empresa TransCanada y su filial mexicana Transportadora de Gas Natural de la Huasteca (TGNH), que planea cruzar los estados de Puebla, Veracruz e Hidalgo, para transportar gas natural desde el Golfo de México hacia el centro del país. Un proyecto que desarrollará la compañía italiana Bonatti SPA, que ha sido subcontratada para realizar la obra.

TransCanada es la compañía detrás del polémico proyecto del oleoducto Keystone XL en Estados Unidos, prohibido por el expresidente Barack Obama pero reactivado por el actual presidente Donald Trump. Las voces a favor del Keystone XL dicen que hará a Estados Unidos menos dependiente del petróleo de otros países. Sin embargo, sus opositores han advertido los riesgos ambientales que traería el proyecto por la contaminación, el impacto directo al calentamiento global y los daños a las fuentes de agua.

El bosque sagrado otomí

La región por donde pasará el gasoducto Tuxpan–Tula comprende importantes centros indígenas de la cultura otomí, cuyo idioma, el otomí o hñahñu, es la séptima lengua indígena más hablada en México Uno de los enclaves más importantes de los otomíes y que más preserva las tradiciones está en Pahuatlán: la comunidad de San Pablito. Aunque no son los únicos porque también está presente el pueblo nahua, que conserva su idioma y tradiciones y convive con los otomíes.

San Pablito se ubica a tres horas de Puebla, a 150 kilómetros de la Ciudad de México. La comunidad, abundante en manantiales, está situada en medio de un conglomerado de cerros, en el corazón de la Sierra Madre Oriental. Su territorio abarca desde la parte alta del Bosque Mesófilo de montaña hasta las regiones más bajas, donde el clima es más cálido.

El nombre indígena de San Pablito es “Nvite”, que quiere decir “a los pies del cerro”. El agua que utilizan y beben los otomíes de la comunidad viene directo de los cerros y además de ser totalmente potable, es considerada sagrada y con poderes curativos.

El Cerro del Brujo, en San Pablito, es el más sagrado de todos para los otomíes. En él se encuentran árboles y helechos que forman un tejido de hojas tupidas, guardan calor y humedad. Hay plantas con inflorescencias moradas, amarillas, rojas, naranjas y rosas, y lo único que no está cubierto de verde es el diminuto sendero de tierra que indica el camino hacia la cima.

Izel Victoriano Espíritu es uno de los habitantes de San Pablito que están organizados ante la amenaza que representa el megaproyecto. Su casa está situada casi a los pies del Cerro del Brujo, muy cerca de una cueva a la que solo pueden entrar los curanderos.
Victoriano aclara que la comunidad no se opone a la construcción del proyecto en sí, sino a la destrucción del medio ambiente y sobre todo de una zona que es sagrada.

“Esos cerros son muy sagrados para el pueblo otomí de la sierra norte de Puebla porque nos defienden, es como que nos protegen de cualquier mal, por eso la gente nos levantamos, estamos en pie de lucha para proteger esos cerros, porque si dejamos que pasen, si dejamos que se destruyan, se van a enojar los dioses”, dice Izel Victoriano mientras emprende la caminata hacia el cerro del Brujo.

Supieron de la existencia del proyecto Tuxpan-Tula cuando vieron camionetas de la empresa entrando al pueblo, haciendo mediciones en los terrenos. Lo que más les llamó la atención fue que las personas estuvieron justamente en el Cerro del Brujo, fuente de agua y lugar sagrado.

“Los curanderos dicen que esa agua que viene ahí es como agua bendita, y esa agua es, ahora sí que toma todo el pueblo, toma la gente, toman todas las personas del pueblo y de otras localidades, por eso si dejamos que pase ese megaproyecto de muerte que anda tratando de imponernos el gobierno prácticamente se contaminaría el agua”, explicó el poblador otomí. Pero Izel Victoriano agregó además que no se les consultó nunca acerca del proyecto. Dice que las autoridades municipales decidieron con la empresa y las comunidades fueron excluidas del proceso.

El Artículo 15 del convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados sobre proyectos que tengan que ver con recursos naturales, minerales y tierras donde habitan. La consulta debe hacerse informada y antes de autorizar cualquier programa de explotación de los recursos en su territorio.

En el caso del Gasoducto Tuxpan–Tula, la consulta previa no se realizó antes de trazar y construir, ha sido solo después de señalamientos y manifestaciones en contra que la compañía se ha acercado a las comunidades.
TransCanada explicó que el procedimiento le corresponde a la Secretaría de Energía (Sener), la cual, según la empresa, ha identificado ocho poblaciones en cuatro municipios sujetas a consulta, aunque el proceso solo se completó en dos, ninguna en Pahuatlán.

El Maestro Eduardo Morales Sierra, investigador del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE) de la Universidad Iberoamericana, dijo que la oposición al proyecto Tuxpan–Tula ha sido diferente en cada una de las regiones de los tres estados donde hay comunidades afectadas –Hidalgo, Puebla y Veracruz. En el caso de Puebla está más vinculado a la defensa del territorio, el derecho a la consulta y la información sobre la destrucción del bosque.

El consejo Xangu Yamui es una agrupación integrada por indígenas y mestizos de las distintas comunidades afectadas, no solo del municipio de Pahuatlán sino de otros como Tlacuilotepec. Este consejo se creó para evitar la destrucción ambiental que causaría el gasoducto. Desde 2016 el consejo advirtió sobre esta obra y manifestó su temor a que destruya la forma de vida de las comunidades, y que las afectaciones al medio ambiente modifiquen el clima y dañen las semillas.

“En este trayecto que está imponiendo el gobierno nos quieren destruir 600 hectáreas de bosque mesófilo aparte de que hay centros ceremoniales de la cultura otomí, de la cultura totonaku (totonaca)”, dijo Oliveria Montes, integrante del consejo Xangu Yamui, durante un foro en la Universidad Iberoamericana.

Los pobladores (sobre todo los de San Pablito) han acusado al presidente municipal de Pahuatlán, Arturo Hernández Santos, de estar a favor del gasoducto. En septiembre de 2016 medios locales documentaron que incluso amenazó a los opositores. El diputado federal Carlos Barragán Amador, denunció que Arturo Hernández recibió 2 millones de pesos (cerca de 100 000 dólares) de TransCanada para permitir el paso de la obra, pese a la oposición de sus gobernados.

Por Aranzazú Ayala Martínez
Este artículo (primera parte) es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y LADO B de Puebla, México

Fuente:
Mongabay
https://es.mongabay.com/2017/03/gasoducto-tuxpan-tula-comunidades-otomies-denuncian-afectara-la-biodiversidad-la-sierra-puebla/
Fotos:
Marlene Martínez
Fecha: 30/3/2016

Notas relacionadas

El Orejiverde es un proyecto apoyado por Fundación Felix de Azara Fundación de Historia Natural Félix de Azara, con el auspicio de:

Del nuevo extremo Grupo Editorial
Lof Vicente Catrunau Pincén
Universidad Nacional de Tres de Febrero

y los auspicios institucionales de

UNGRAL
PAZ Y JUSTICIA
TEFROS
RELATOS DEL VIENTO
CCAIA
Takiwasi
Genocidio
Pressenza
Universidad Popular Originaria
Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social
Grupo Documenta
Ministerio de Educación
Grupo Inernacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas
Servicios en Comunicación Intercultural
BLIBLIOTECAS RURALES DE CAJAMARCA
Logo del Movimiento en Defensa de la Pacha
 ProArHEP del Departamenro de Ciencia Sociales de la Universidad Nacional de Lujan
 Universidad Nacional de Lujan
Tigre Municipio
PCCA
BIOANDINA ARGENTINA
MUSEO ETNOGRAFICO
RADIO YANDE
INAI

2015. El Orejiverde. Idea y creación original: CARLOS R. MARTINEZ SARASOLA. Dirección general: LUCAS MARTINEZ SARASOLA.
Domicilio legal: Olleros 1878. Piso 10 B(1008) CABA.
Número de Registro de Propiedad Intelectual 5341607. - Website realizado por arazifranzoni