Una investigación muestra los diferentes casos de bibliotecas indígenas en la cultura maorí, desarrollando servicios a través de la integración de los referentes culturales

En un extenso trabajo titulado “Library Services to Indigenous Populations: Case Studies”, editado y compilado por Loriene Roy y Antonia Frydman, las autoras parten de un interrogante básico, muchas veces desestimado por quienes investigan sobre servicios bibliotecarios a comunidades indígenas: ¿quiénes son los indígenas?, pregunta que tiene múltiples aristas las cuales despliegan contextos insondables para quienes no frecuentan comunidades, de hecho las investigadoras son conscientes que la pregunta sobre quién y qué califica como indígena no es neutral, como tampoco la respuesta es sencilla.

A lo largo del tiempo muchos analistas han querido focalizar en el criterio de “descendencia, residencia, cultura, lazos sociales o combinaciones de tales criterios”, lo que no debe desconsiderarse en este análisis es la intencionalidad de quien formula la pregunta.

En tal sentido, y luego de analizar las posibilidades suscitadas desde el lenguaje y las etimologías, las editoras consideraron utilizar los términos “pueblos indígenas” y “pueblos nativos” para referirse a los originarios de la tierra, cabe señalar que una de las autoras (Lorine Roy) se declara perteneciente a la cultura anishinaabe (también conocidos como anishinaabeg o anishinabek, cuyas comunidades se encuentran desperdigadas al norte de EEUU y al sur de Canadá) lo cual otorga otro sentido a su trabajo.

Basándose en una descripción de los servicios, misión y visión de las bibliotecas, documentos y acervos generados, tipología de usuarios, y características de las comunidades en las cuales están insertas dichas unidades, las autoras han abordado las diferentes experiencias surgidas en países como EE.UU, Canadá, Guatemala, México, Etiopía, Sud África, Uganda, China, Pakistán, Australia y Nueva Zelanda. En relación a esta última se destacan varias experiencias que pueden ser útiles para analizar en cuanto a la probable replicación de algunas actividades y servicios en el contexto latinoamericano.

Entre los maoríes de Aotearoa

Uno de esos casos, ubicados en el norte de Nueva Zelanda (Aotearoa, la Tierra de la Gran Nube Blanca), corresponde a la cultura de los Ngāi Tahu y los Ngā Maata Waka (comunidades maoríes que residen mayormente en la ciudad de Christchurch, ubicada en la región de Canterbury), donde es posible encontrar colecciones específicas de la cultura maorí, incluyendo tratamiento lingüístico, artículos de publicaciones periódicas y libros.

En dicho documento su autora Ariana Tikao comenta que cada biblioteca cuenta con un Ngā Ratonga Māori (Servicio que remite a los servicios de salud maoríes existentes en hospitales, cuyo sentido es brindar asistencia a los pacientes apoyándolos en temas culturales, valores y creencias), el que está encabezado por el Kaiwhakahaere Ratonga Māori (coordinador), un pequeño equipo de Kaitakawaenga (personal de enlace) y un equipo más grande de Kaiawhina (personal de apoyo) conformando una red y propiciando apoyo educativo en cada comunidad.

Una característica particular de estas bibliotecas ha sido el adoptar principios filosóficos de la cultura y aplicación de políticas biculturales, buscando proporcionar acceso a todo tipo de información maorí. Algo para resaltar en este enfoque es que las bibliotecas, tanto en los nombres como en las señalizaciones, llevan términos bilingües (maorí-inglés).

Allí sus lectores pueden acceder libremente a colecciones de la cultura, incluyendo sector infantil, música regional, acceso a programas de televisión en lengua materna, y como rasgo distintivo consulta de fotografías de la llamada Ngāi Tahu (imágenes sobre reclamos de tierras de la tribu local). De hecho para enriquecer este recurso la biblioteca creó un índice en línea sobre materiales relacionados con esas reivindicaciones territoriales.

Por último cabe señalar un programa denominado Matariki (Año Nuevo maorí), en el que se realizaron una serie de eventos en 2011 en toda la ciudad, que involucraron la participación de bibliotecas, centros de aprendizaje, centros culturales tradicionales y escuelas primarias.

Este programa permitió ofrecer a las comunidades una serie de eventos y seminarios culturales en relación a la comprensión del Año Nuevo Maorí, festividad que tiene gran importancia en el ciclo de recolección de alimentos, celebraciones tribales que tienen un profundo significado cultural, y que son representadas por diferentes iwi (tribus).

Cada invierno, las estrellas de Matariki y Puanga (Rigel en Orion) señalan el final de un año y el comienzo del siguiente. Marca el comienzo del Año Nuevo Aotearoa / Pacífico según el calendario lunar. En 2017, esto tuvo lugar en Pipiri el 25 de junio.

Estas expresiones culturales son tan complejas y valiosas que las volveremos a tratar en sucesivas entregas.

Por Daniel Canosa

Nota: el texto analizado corresponde a un extracto del documento “Library Services to Indigenous Populations: Case Studies”, caso número 33, elaborado por Ariana Tikao (Ngāi Tahu), Research Librarian, Māori at the Alexander.Turnbull Library. Wellington. Aotearoa/New Zealand. Disponible en:
https://www.ifla.org/files/assets/indigenous-matters/publications/indigenous-librarianship-2013.pdf

Fuentes:
CCL home page.
http://www.christchurchcitylibraries.com/.
Māori zone
http://www.christchurchcitylibraries.com/Maori/
Fecha: 12/11/2017