Un recorrido por el diseño original de Pampa y Patagonia, tal vez derivado de símbolos creados por los antiguos andinos. Tercera entrega de la serie “la influencia indígena en la cultura criolla”

La guarda pampa es una guarda de cruces dispuestas en traslación horizontal o vertical, asociado a la indumentaria del gaucho y a la vida y las tareas rurales. En época contemporánea, la guarda pampa se aplica a la ornamentación de todo tipo de objetos para hacer referencia a la región pampeano patagónica en particular o a la Argentina en general (Figura de tapa).

Origen: figuras encadenadas

La guarda pampa es un diseño creado por las culturas originarias de Pampa y Patagonia, derivado de símbolos que los antiguos pobladores de las regiones andinas plasmaron en pinturas rupestres, en las que se pueden adivinar sus lineamientos.

Las más antiguas culturas, de las cadenas montañosas de México hasta los Andes meridionales, dejaron pinturas que se conocen como “encadenadas”: una figura antropomorfa y cruciforme, con brazos escalonados o no, repetida horizontal y verticalmente, formando grillas donde cada figura se une a la siguiente. Cada diseño, creado por una estirpe, representaba un blasón familiar. Periódicamente se agregaba una figura a la serie iniciada por los antepasados, generándose una sucesión genealógica. Su permanencia y continuidad daba sustento en el tiempo e importancia social. La cadena en crecimiento implicaba que se respetaba la armonía del cosmos: los hechos se sucedían de manera reiterada e ininterrumpida. La vida seguía su curso.

Al Este y al Oeste de los Andes meridionales, las figuras encadenadas se utilizaron para la decoración de ponchos y mantos de cuero. La presencia de estos diseños en la indumentaria, indicaba que la persona así vestida pertenecía a una estirpe importante y antigua, a la que se le reconocía mando y ascendiente social (Figura de interior).

Wirin, camino de vida

Los mapuche crearon un sistema de símbolos que plasmaron en las prendas que tejían, en el cual existe una figura “madre”, llamada lukutuel de la que, por su carácter de ser representación del Cosmos, derivan otras símbolos. Lukutuel es una persona en actitud de orar en una ceremonia, arrodillada, con los brazos en alto. Entre sus partes se encuentran la cabeza, el corazón, las extremidades, las manos y los pies; cada cual es generadora de otros símbolos. El escalonado de su cabeza representa los estratos cósmicos en los que la cultura mapuche consideraba dividido el Universo: un estrato es mapu, la tierra; cinco superiores, moradas de los dioses y pillanes (antepasados) y uno inferior, morada de seres nefastos.

Aislado el contorno de ese escalonado y repetido en espejo, forma una figura romboidal, “praprawe”, sitio en la mente al que se accede en estado de éxtasis, durante las ceremonias, que provoca la pérdida del sentido de la orientación, al no presentar referencias para definirla. Es el camino para reunirse con pillanes y dioses. Praprawe, repetido en traslación horizontal, forma una sucesión de figuras romboidales que, puestas en sentido vertical, constituyen “wirin”, camino de vida, que se interpreta como representación de una vida plena de acontecimientos personales o familiares importantes, trascendentes para una persona, para su estirpe o para su comunidad.

En los ponchos (prenda masculina) de las personas de mayor jerarquía, hace alusión a aquellos acontecimientos: cada escalón recuerda esos logros; cuanto más escalones, mayor respeto por la familia de la persona que porta el wirín en su indumentaria.

Fusión de encadenados con wirín

La llegada de los incas al norte de los actuales territorios de Chile y Argentina, la invasión europea y la aparición del caballo, convulsionaron a las regiones meridionales: los “araucanos” o mapuche se vieron obligados a correrse hacia el sur de Chile y penetrar en la patagonia argentina, ganando la pampa y emparentándose, en muchos casos, con los tehuelches; grupos pehuenches se corrieron al Este fusionándose con los querandíes de la pampa, generando una entidad nueva, los ranqueles. Los tehuelches meridionales (patagones, chonekas) se retrotrayeron al Sur de la Patagonia y los septentrionales (guenaken o günün a küna) se mantuvieron en sus asentamientos originales o fueron cambiando de locación hasta llegar en muchos casos a vivir entre los españoles y criollos.

Cada grupo influyó culturalmente sobre el otro, generándose en Pampa y Patagonia septentrional una forma de vida de características peculiares, con aporte material de tehuelches y mapuches, imponiendo estos últimos el componente unificador: su lengua, el mapudungun. La simbología también cambió; muchas figuras mapuches dejaron de usarse o adaptaron su significado al nuevo entorno. Hasta el rehue, tronco ceremonial presente en todas las aldeas del actual Chile, cedió su lugar a altares más sencillos, construidos con ramas y hojas de canelo. Wirín y las figuras encadenadas dejaron de ser representación de familias o estirpes: las cruces, ya fuera en una guarda o en una grilla, se convirtieron en imagen de persona decente, recta, noble de espíritu.

La guarda pampa entre los gauchos

La vida en las pampas y Patagonia no fue fácil para los primeros europeos y criollos. A la falta de conocimiento del territorio y sus posibilidades de explotación, se sumaron el aislamiento de los centros poblados y las trabas al comercio impuestas por España. Entre los bienes que escaseaban, se encontraban las vestimentas y los materiales y habilidad para confeccionarlas. Los nuevos pobladores tuvieron que abastecerse en las comunidades indígenas. El telar mapuche y la industria del cuero tehuelche favorecieron que la indumentaria rural se compusiera de muchas prendas de ese origen: la bota de cuero de potro, el chiripá, las boleadoras, los textiles, generaron la figura del gaucho, ícono de las pampas. Y entre tantas cosas, que incluyeron la presencia tehuelche en las estancias sureñas, el poncho no hizo distingo entre ricos y pobres. La producción indígena abasteció a los primeros euro-criollos, creando necesidad de una producción creciente y dos factores, uno técnico y otro ético, ayudaron a que la guarda pampa se convirtiera en símbolo del gauchaje.

El trabajo de ñimín, realización de figuras alzando hilos de urdimbre de diversos colores, no resultaba práctico. El trabajo de guarda atada, amarrando hilos de urdimbre para teñirla dejando las partes en blanco y tramar figuras aprovechando las partes sin teñir, era más rápido: se usaba un solo tinte y las figuras surgían mecánicamente. Esas figuras, en columnas o cubriendo todo el campo, fueron las más apreciadas por los gauchos, por su sobriedad y representar rasgos nobles.

Durante muchos años, este diseño fue símbolo de la región Sur del país. asociada al trabajo rural y a las tradiciones gauchas. Tanto el poncho como cualquier otra prenda de origen indígena o gauchesco permanecieron durante largo tiempo en el terreno telúrico, entendido éste como apartado de la ciudad, de tierra adentro, de costumbres alejadas de los centros urbanos. La guarda pampa fue el ícono de gaucho sureño y litoraleño. En los ponchos, el símbolo por antonomasia, el cual, después de siglos de verticalidad, fue acostado y aplicado también en sentido horizontal, para ornamentar fajas tejidas. Siempre en el universo masculino.

Ícono de argentinidad

Cuando llegó la crisis de los años 2001 y 2002, las ferias de artesanías fueron un recurso para aumentar los ingresos personales. Mucha gente se vio en la necesidad de decorar objetos que producía para la venta y carente de creatividad o habilidad algunos, movidos todos por la necesidad de sostener una identidad que parecía desdibujarse con la aparente disolución social del país, surgió el interés por los diseños de las culturas originarias, cuyos lineamientos nacieron en esta geografía y remiten a las cosas de este entorno. La guarda pampa entró de lleno en las ciudades, tiñó de azul oscuro todo tipo de objetos, se “horizontalizó” definitivamente para adaptarse a mayor cantidad de usos y es hoy un símbolo de la Argentina que compite con el Sol de nuestra bandera. Y así dos de nuestros principales símbolos de argentinidad tienen origen en culturas indígenas: el Sol honrado por los Incas y los pueblos del Norte, adoptado en los tiempos de la Revolución para unir las voluntades de indígenas y criollos, y la guarda pampa, símbolo noble del Sur, representante de la fusión de culturas.

Por Alejandro Eduardo Fiadone
Fecha: 5/5/2018

Referencias:
Fiadone, Alejandro Eduardo 2018. Diseño Indígena de Pampa y Patagonia. Simbología tehuelche y mapuche en la indumentaria precolombina.
La marca editora, Bs As. (En proceso de edición).
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2018. La guarda pampa. Conferencia en el Museo Pampeano de Chascomús, Pcia Bs As. El gato Ambato. Chascomús.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2014. Simbología mapuche en territorio tehuelche. Maizal Ediciones, Martínez.

Ilustraciones:
Tapa: Guarda pampa en sentido horizontal.
Interior: Decoración utilizada en mantos tehuelches de cuero pintado y en ponchos de lana mapuches.

Todas las ilustraciones fueron realizadas por el autor.
© 2018 Alejandro Eduardo Fiadone