Arquitectura Indígena en Canadá. ¿Es posible el diálogo amigable de dos formas de construcción que representan dos cosmovisiones diametralmente opuestas? La obra del arquitecto canadiense Douglas Cardinal responde a esta pregunta con una producción donde la audacia arquitectónica sirve a la expresión del pensamiento indígena.

Douglas Cardinal habla con voz grave y en forma pausada mientras expone en el Encuentro de Cultura, Arte y Arquitectura Indígena de las Américas realizado recientemente en Buenos Aires. De alta estatura, piel morena, perfil aguileño y postura gallarda a pesar de sus 85 años, no es difícil imaginarlo con un tocado de plumas o danzando al ritmo del tambor de sus antepasados mientras abre, con su experiencia y trayectoria, un amplio espejo donde, podría decirse, refleja la actualidad de la relación indígena-no indígena en América y el mundo.

Una vida, una visión

Douglas Cardinal nació en Calgary, estado de Alberta, Canadá, lugar de clima duro que fue territorio de cazadores de búfalos, acostumbrados a moverse por las llanuras en campamentos de tipis,tiendas circulares a imagen del cosmos, caracterizadas por ser fácilmente desmontables y transportables.

Ninguno de sus padres era totalmente originario, pero Douglas, el mayor de ocho hermanos, creció en contacto con principios derivados de la profesión de guardabosques de su padre y la de enfermera de su madre. Esto lo incluiría, con el tiempo, en la ardua discusión de la pertenencia, donde nuestro arquitecto supo dar un audaz salto conceptual, pues no sólo priorizó su pertenencia cultural sobre la racial, sino que, en ese trámite, no dudó en echar mano a la más sofisticada tecnología computacional para hacer viable la cosmovisión indígena volcada a la construcción.

“Annishnabe es la forma en que miro al mundo”, ha declarado alguna vez, en alusión a la comunión del hombre con la naturaleza que le fuera transmitida por los ancianos del pueblo Pies Negros, a los que él considera su familia y ha llamado “seres absolutamente mágicos”.

La influencia de estas tribus en su formación es tan firme que, desde el comienzo de su carrera profesional, cada una de sus proyectos se basó en la convicción de que la construcción no es un acto técnico sino espiritual.
“Me he formado como persona en una sociedad matriarcal, - simplemente relata, ya que nada en él suena a justificación- donde lo femenino es protector, amigable, amoroso. De allí que mi concepto de edificio es de algo femenino, que brinda cuidado y bienestar”

Annishnabe, un desafío orgánico

Se ha dicho que la arquitectura de Cardinal cuenta historias, “historias de conocimiento indígena, contadas en edificios, en piedra”. Como una constante en el proyecto de las obras destinadas a pueblos indígenas, Cardinal se basó en reiteradas reuniones con los concejos de las tribus involucradas, buscando satisfacer sus visiones culturales. Un ejemplo claro es Centro de Estudiantes de la Universidad de Saskatchewan, un pabellón cuyas entradas norte (dirección del viento frío) y sur (viento templado) están conectadas exteriormente por bandas de piedra caliza, con una vertiginosa viga voladiza sobre la última de ellas y un colorido similar al de una manta de pieles. También hay decoraciones con cuentas de piedras, granito de distintos tonalidades identificando las cuatro direcciones y los matices de Wampun, un derivado de conchas marinas usado por 1000 años como presente de gran valor o en la confección de cinturones de tratados o profecías. Otro detalle simbólico fue el uso de cristales azules y marcos de marcos de aluminio anodizado en alusión al abuelo piedra y la abuela agua, elementos del tradicional baño de vapor. “He llegado a modificar un proyecto hasta ocho veces para satisfacer las expectativas de un Concejo”, recuerda humorísticamente.

Tildado de activista, en sus numerosos y dramáticos edificios Cardinal ha volcado audaces diseños rayanos con el vértigo: grandes superficies vidriadas en forma circular rodeando, a modo de paredes y techo, a un tipi gigantesco; enormes voladizos adosados a aparentemente frágiles sostenes; ciclópeas paredes onduladas con delgados arcos como remate superior…haciendo de cada obra una producción única e inconformista con respecto a los cánones de la arquitectura occidental.

Si bien gran parte de sus construcciones fueron escuelas, centros de estudiantes universitarios o centros de salud, y si bien su postura desafiante le ha costado frustraciones en su carrera, Cardinal ha sabido superar la formalidad de la arquitectura gubernamental en obras como, entre otras, el Museo Smithsoniano del Indio Americano, en Washington, o el Museo Nacional de Historia, en Quebec, Canadá.

“Mi arquitectura es orgánica”, sostiene Cardinal en referencia a esa particular forma de trabajo en la que no es él quien hace una propuesta a sus clientes, sino que son éstos quienes les indican sus necesidades y visiones. Asimismo alude a un estrecho trabajo en equipo, que exige un fuerte compromiso de sus colaboradores, pues “en mi profesión y en mi vida diaria he sostenido que el esfuerzo de las todas las personas debe orientarse hacia el mejoramiento de la condición humana” en base al respeto de la Madre Tierra y las necesidades de los individuos. Se trata de una articulación de intervenciones que dan vida a los edificios “cuyo espíritu se gana con la ceremonia”, en el caso de las construcciones de uso indígena. O con la intención de armonía con la naturaleza, con los elementos y el cosmos en las demás. “Si no respondemos como el Annishnabe, es el fin”

Con el tambor en una mano y la computadora en la otra

“O eres un guerrero o eres una víctima. Y ser guerrero no es salir a matar sino sostener tus convicciones”, afirma. Para ello, Cardinal señala la necesidad de alentar la educación, especialmente en el manejo de las profesiones y tecnologías. “En la cultura matriarcal en la que me formé, aprendí que al enemigo no se lo mata, se lo desarma y en estos tiempos esto se logra con capacitación. Yo mismo, para poder volcar la visión de los ancestros en proyectos, he necesitado los más sofisticados elementos de cálculo creados hasta el momento, la computadora. Y trabajo con ellas con el fin de mejorar la condición humana. Por eso, no veo contradicción en verme como me veo, con un tambor en una mano y una computadora en la otra”

Si bien la obra de Cardinal viene desarrollándose desde los ’70 y ha sido objeto de múltiples distinciones, la irrupción y el reconocimiento del pensamiento indígena en la arquitectura occidental introduce un vitalaire de humanidad a las selvas de hierro y vidrio de nuestras construcciones contemporáneas. Es de esperar que, como estaba anunciado, esta nueva mirada sobre el hábitat y la relación con la naturaleza siga ganando su espacio en la Madre Tierra. Douglas Cardinal ha dado el primer paso en las frías tierras del norte.

Por María Ester Nostro
Fuentes: Arq. Douglas Cardinal. Conferencia “Cosmovisión indígena y arquitectura orgánica” en el “Coloquio Internacional de Nueva Arquitectura Indígena”
https://www.gprc.ab.ca/about/grande_prairie/cardinal.html
https://www.the star.com/news/stardispatches/2014/05/09/canadas
www.saskmasonry.ca/wp-content/uploads/2016/03/Tribute-to-indigenous-Cultures-Article.pdf
Fecha: 9/4/2019