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El 5 de setiembre de 1877, hace 142 años, Caballo Loco, el último Gran Jefe de la resistencia indígena en territorio norteamericano, fue emboscado y asesinado por la espalda en Fort Robinson, Nebraska, al norte de Estados Unidos.

Caballo Loco tenía 35 años en el momento de su muerte y había cometido dos faltas imperdonables para los blancos que intentaban apoderarse de las tierras del medio y lejano oeste norteamericanos: el año anterior había liderado a los guerreros que derrotaron al general Custer en la batalla de Little Big Horn (1876) y se resistía a pie firme la intimación a rendirse e internarse con su gente en una reservación.

Puede decirse que Caballo Loco pasó toda la vida en guerra, enfrentando el duro hostigamiento del ejército y las promesas incumplidas de las autoridades y colonos que avanzaban sobre el territorio sioux.

De nada había servido la firma del Tratado de Fort Laramie en 1868, por el que se reconocía a las Colinas Negras como territorio sioux, así como el derecho de caza en Dakota del sur, Wyoming y Montana y la prohibición de ingreso para los blancos a lo largo del río Powder. Bastó el descubrimiento de oro en las sagradas colinas para que se rompieran las promesas mediante una guerra de arrinconamiento y exterminio por medio de sangrientos e indiscriminados ataques o por hambrunas.

La idea era vaciar las tierras de indígenas internándolos en reservas prácticamente sin recursos para la supervivencia y hacerlos dependientes de los suministros externos.

Algunos jefes, como Nube Roja, principal firmante del Tratado de 1868, accedieron a estas propuestas, pero otros, como Toro Sentado (sioux) y Joseph (del pueblo nezpercé) vieron la migración a Canadá como única forma de mantener su libertad.

Se dice que TasunkaWitco (su caballo es loco, en lengua de su pueblo, los sioux oglala) debe su nombre al haber soñado con un caballo salvaje, y que antes de entrar en batalla y luego de observar una estricta vigilia, solía concentrarse en su animal de guerra dándole coraje para la lucha, a la que se lanzaba al grito de “Hokahey” (hoy es un buen día para morir). Tan estricto era en su rechazo por los blancos y sus costumbres, que es el único jefe del que no se conoce el rostro, ya que nunca permitió que lo fotografiaran o pintaran su retrato.

Los últimos meses

Cuando se habla de hambruna, se debe pensar en la dureza del clima en el norte estadounidense, donde en invierno la temperatura puede llegar a muchos grados bajo cero. En estos casos, la supervivencia depende fundamentalmente del acopio de alimentos realizado durante el verano y la disponibilidad de animales de cacería.

La imposibilidad de establecer campamentos permanentes, el acoso del ejército, la falta de armamento y municiones, así como el exterminio del bisonte convirtieron a los pueblos de las praderas en grupos erráticos, sometidos al frío, el hambre y las enfermedades.

Muchos de ellos optaron entonces por aceptar la vida precaria de las reservaciones. Caballo Loco, aconsejado por jefes amigos, aceptó reunirse con el coronel Miles para evitar la desaparición de su pueblopero, llegado al campamento militar fue atacado por un grupo de mercenarios y, viendo su grupo diezmado, optó por huir salvando milagrosamente la vida.

El 8 de enero de 1877, Miles lo alcanzó en Battle Bute. A fuerza de desesperación y prácticamente sin armas de fuego, los sioux recurrieron a su instinto y experiencia guerrera para derrotar a Miles y dispersarse en las Wolf Mountains.

Este triunfo, sin embargo, no solucionó sino que empeoró la cuestión de fondo. “Los 900 oglalas (parcialidad de los sioux a la que pertenecía Caballo Loco) supervivientes estaban muriendo de hambre –cuenta Dee Brown en su libro “Enterrad mi corazón en WoundedKnee”- Los guerreros no tenían armas y los caballos parecían bolsas de huesos” por lo que Caballo Loco, nuevamente aconsejado por otros jefes influenciados por el general Crook, decidió aceptar la oferta de instalarse en el río Powder.

El 5 de mayo de 1977 Caballo Loco se rindió en Fort Robinson, de cuya cercanía Crook les impidió moverse mientras llegaban noticias de la fuga del Joseph, jefe de los nezpercé, y su gente hacia la frontera con Canadá (a corta distancia de la cual murieron masacrados por el ejército norteamericano).

A esta altura, para Caballo Loco todas las opciones eran desalentadoras, pero sin duda el hecho de que los jóvenes de su pueblo aceptaran, a pesar de su prohibición, servir de exploradores en la persecución a Joseph, terminó de decidirlo a trasladarse por su propia cuenta al río Powder, aunque otra versión de los hechos habla del deseo de su esposa, enferma de tuberculosis, de morir en el campamento de sus padres.

Naturalmente, para Crook la idea de Caballo Loco en movimiento sólo significaba que iría a unirse a Joseph, lo que no podía permitir de ninguna manera: ocho compañías de soldados partieron hacia la reserva de Toca las Nubes, donde encontraron y apresaron al díscolo jefe trasladándolo prisionero a Fort Robinson.

Rechazando la teoría de una emboscada, los informes del ejército cuentan en cambio que Caballo Loco llegó a Fort Robinson por propia iniciativa con una bandera blanca, pero fue detenido a causa del intérprete quien tradujo erróneamente las palabras del líder al entender que éste se proponía unirse a Joseph.

Lo cierto es que dada la cercanía de la noche, el oficial a cargo decidió postergar su entrevista con las autoridades hasta el día siguiente, para lo cual debería pasar la noche en un calabozo. Esto produjo el enojo de Caballo Loco, quien intentó resistirse al encarcelamiento. En medio del forcejeo, en el cual habría cumplido un dudoso rol su amigo Pequeño Gran Hombre, un soldado lo atravesó con su bayoneta, algunos afirman que por la espalda y otros en el abdomen.

Pocas horas más tarde, el último Gran Jefe de la resistencia indígena, el que nunca sufrió una derrota en batalla, moría con la convicción de haber caído en otra trampa de los chaquetas azules.

Como reconocimiento al valor y coherencia de Caballo Loco, desde 1948 se trabaja en la ladera del monte Thunderbird, en las Colinas Negras, Dakota del Sur, en el monumento que, una vez terminado representará a TadunkaWitco a caballo señalando el horizonte. Por sus dimensiones será el monumento más grande del mundo, aunque su tamaño no se corresponda con el respeto del gobierno norteamericano a la palabra tantas veces empeñada y tantas veces ignorada para con los pueblos indígenas del norte.

Por María Ester Nostro
Fuentes: Brown Dee. Bury my heart al Wounded Knee. An Indian history of the American west. An Owl Book. Henry Holtand Co. 1991
https://www.abc.es/historia/abci-asesinato-bayonetazos-caballo-loco-jefe-indio-humillo-7-caballeria-201606240057_noticia.html www.lakotacountrytimes.com
Fecha: 14/10/2019

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