En pleno centro de Buenos Aires, los pueblos indígenas dijeron presente en un nuevo 12 de octubre

Como desde hace casi treinta años, todo comenzó muy temprano en Plaza Congreso, frente al Parlamento Nacional. Decenas de indígenas mapuches, quechuas,.aymaras, qom, wichi, guaraníes, tehuelches, günün ä küna, diaguitas, charrúas, kollas, fueron reuniéndose junto a muchas personas no indígenas, mientras se instalaban en gran número las tiendas con artesanías, libros, vestimentas, instrumentos musicales y comidas.

En un escenario ubicado de espaldas al Congreso, varios grupos musicales daban rienda suelta a cantos y sonidos de la tierra.

Una notable cantidad de referentes del movimiento indígena se habían hecho presentes una vez más, como todos los años. En medio de la mucha gente que se iba congregando, encontramos a la dirigente aymara Rosalia Chauque, al frente de su tienda de textiles junto a Anomar Iris Santana, integrante de la comunidad charrúa Basquadé Inchalá, y representante para Argentina del Consejo de la Nación Charrúa (CO.NA.CHA) del Uruguay; Rosalía fue dirigente histórica del AIRA (Asociación Indígena de la República Argentina) y una de las creadoras de las marcha y los contrafestejos al 12 de Octubre allá por 1986. Recordó con un dejo de melancolía aquellos momentos iniciales, cuanto todavía estaban frescos los primeros años del retorno de la Democracia; Luis Eduardo Pincén, lonko de la comunidad gününa küna mapuche Vicente Catrunao Pincén, acompañado por su hijo Martín –las nuevas generaciones también presentes- , recordó con Rosalía esos primeros años: “estábamos más allá, arriba de los escalones de aquel monumento” en una referencia simbólica al terreno ganado por los originarios todo este tiempo; ahora ocupan una buena parte de la plaza.

Y estaba Ignacio Prafil, werken de la comunidad mapuche Futa Anekón de Rio Negro, quien nos transmitió entusiasmado sus nuevos proyectos de interculturalidad; y don Carmelo Sardinas Tayta Ullpu, con su inmenso bombo en bandolera, preparado para ponerle mucha música a la marcha pero con tiempo para hablarnos de la gran importancia de la Dualidad en la cosmovisión andina ; y Gabino Zambrano histórico dirigente kolla del AIRA; y la gran luchadora Angélica Mendoza del Equipo Pueblos Originarios del SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia) ; y Sergio Marihuan, artista mapuche; y .....siguen los nombres....uno a uno nos fuimos saludando, abrazando, recordando, reencontrando.

Cerca de las siete de la tarde, cuando el poco sol de la jornada caía , la cabeza de la columna se preparó, ubicándose en la esquina de Callao y Rivadavia, frente a la ¿ex? Confitería del Molino y en dirección a la Avenida Corrientes . La marcha seguiría hasta el Obelisco, retomando por la 9 de julio, Av. de Mayo y regresando al punto de partida, en las inmediaciones del emblemático Congreso.

Despaciosa pero segura, la columna se puso en movimiento en una extensión de dos a tres cuadras de personas, que avanzaron al son de la potente música del altiplano, con los sikus, quenas, tarkas, charangos, cajas, bombos, erkes que le daban a la marcha un color único. Mucha gente avanzaba cantando y bailando, mezclados originarios y no originarios, todos hermanados en este momento de reafirmación de los pueblos indígenas. Una veintena de fotógrafos iban por delante captando las hermosas escenas que se sucedían, mientras centenares de transeúntes acompañaban desde ambas veredas, contemplando admirados y en silencio el paso de los manifestantes.

No habia carteles identificatorios, tan solo un par de la QOPIWINI (el acampe Qom Pilaga, Wichi y Nivaclé de Av de Mayo) y otro que rememoraba el significado del 12 de octubre. No había consignas, no había voces de mando ni directivas altisonantes; no había propagandas, solo las whipalas y las banderas mapuches y sobre todo la música, las danzas y los cantos ancestrales que se hacían escuchar con autoridad en el centro de Buenos Aires. Transitaban por el que había sido el territorio sagrado de los querandíes, aquellas comunidades que resistieron con valentía el desembarco de los conquistadores Mendoza y Garay hasta que derrotados, se internaron en la inmensidad de las pampas.

Unos pocos policias dirigian con discreción la marcha de la columna, permitiendo que avanzara con fluidez y sin interrupciones en medio del loco tránsito de Buenos Aires que por un par de horas tuvo que aceptar el caminar libre de los pueblos originarios.

Promediando la marcha por la Av. Corrientes comenzamos a despedirnos del renovado homenaje que los indígenas se hacen a si mismos y a la dignidad de los ancestros, cada año, recordando aquel momento crítico de hace 523 años.

Mientras nos alejábamos vimos como la columna seguía avanzando hacia el centro en medio de los brillantes tonos de las comparsas y las vistosas vestimentas de los hermanos junto a las whipalas que flameaban sin cesar, todo un conjunto multicolor que se confundía ya con las luces de neón de los carteles y marquesinas.

La música de los sikuris seguía sonando bella y altiva, ahora cada vez más distante, cobijada por la gran marcha que sin dejar de lado el inmenso respeto por este día, se alejaba cantando y danzando, reafirmando el origen, celebrando la vida.

Por ElOrejiverde
Fecha: 13/10/2014