Pampa Y Patagonia Arrasadas. La “Conquista Del Desierto”. La ofensiva preliminar impulsada por Roca ha logrado su objetivo: debilitar el poder indígena, poniéndolo en situación de no soportar el embate final.

Se inicia así la autodenominada “Conquista del Desierto”, en realidad el colofón de una paulatina campaña de exterminio y desintegración cultural que, salvo excepciones, se estaba llevando a cabo sistemáticamente desde hacía más de medio siglo.

Lo más conocido de esta “Conquista” es la relampagueante acción conducida por Roca entre abril y mayo de 1879; es la “conquista” strictu sensu, la que pasó “a la historia”. Sin embargo ella fue la primera etapa. Lo que podríamos definir como segunda etapa, algo así como las acciones finales, se llevaron a cabo entre marzo de 1881 y enero de 1885, en que cayó Saygüeque, el último de los grandes caciques de los territorios libres de Patagonia.

Pero la primera etapa fue la más efectista, la que más conmocionó al poder político de Buenos Aires, objetivo perseguido por Roca, como que esa campaña de sesenta días lo catapultó un año más tarde a la presidencia de la Nación.

PRIMERA ETAPA: DOS MESES FURIBUNDOS

La más grande expedición llevada a cabo contra los indígenas se ponía en marcha: cerca de 6000 soldados componían el ejército integrado por cinco divisiones equipadas con la última palabra en armamento. Se dirigían a “barrer” literalmente la llanura y sus habitantes, quienes vieron con desesperación que el avance era incontenible.

El general Roca comandaba la primera división, con casi 2000 hombre (105 son soldados indígenas); partió desde Carhué el 29 de abril de 1879. Tres días antes, la orden del día define a la campaña como una cruzada del patriotismo contra la barbarie.

El 24 de mayo arribaron a Choele Choel; el diario de marcha adjudica a esa jornada la peculiaridad de ser la “continuación de la tarea principiada el 25 de mayo de 1810. Fuimos entonces libres e independientes; damos ahora el paso más trascendental de nuestra soberanía adquirida”.

Lo cierto es que esa ocupación pacífica significaba para las comunidades indígenas la pérdida de uno de los bastiones más caros: la isla de Choele Choel ya no serviría como lugar de paso de los arreos de ganado hacia Chile. La isla estaba perdida.

Un mes más tarde, Roca regresó a Buenos Aires. A cargo de las fuerzas quedó el coronel Conrado Villegas. La primera división no había disparado un solo tiro. La segunda división, al mando del coronel Nicolás Levalle, tiene por objetivo el paraje Trauru-Lanquen en el actual partido de General Acha en La Pampa.

Por su parte, el coronel Eduardo Racedo, al frente de 1352 hombres, comanda la tercera división con destino a Poitahué, también en La Pampa, su objetivo: el cacique ranquel Baigorrita. La cuarta división, al mando del teniente coronel Napoleón Uriburu, logra mejores “resultados”; el 21 de abril parte desde Mendoza con destino a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén, y envía mensajes a Saygüeque y Purrán, instándolos a acogerse a los beneficios de la paz con el gobierno de la República Argentina.

El cerco sobre Baigorrita se va estrechando y el 15 de julio los mayores Taboada e Illescas caen sobre un grupo de ranqueles tomando 230 prisioneros. Entre ellos está la familia del cacique buscado. Al día siguiente el sargento mayor Torres lo alcanza en el paraje Los Ramblones, y lo mata junto con 5 de sus guerreros después de una encarnizada resistencia.

La desmoralización se apoderó de los hombres del legendario Baigorrita, quienes cayeron prisioneros por casi un centenar. El golpe contra los ranqueles había sido prácticamente definitivo. Por último, la quinta división, al mando del teniente coronel Hilario Lagos, inicia su marcha desde Trenque Lauquen.

El avance de las cinco divisiones había sido arrasador. En el término de dos meses, el general Roca y sus fuerzas habían obtenido los siguientes logros:

  • 1º) ocupar la llanura hasta más allá de los ríos Negro y Neuquén, objetivo anhelado por la ley 215 de 1867;
  • 2º) designar gobernador de los territorios de la Patagonia, creada por ley 954 del 11 de octubre de 1878, recayendo la responsabilidad en el coronel Álvaro Barros y con sede en la actual Viedma;
  • 3º) crear numerosas fortificaciones que sirvieron de base a futuras poblaciones;
  • 4º) recuperar 500 cautivos;
  • 5º) “integrar” a los prisioneros indígenas a nuevas formas de vida impuestas (en realidad un fabuloso proceso de desintegración cultural);
  • 6º) diezmar a las comunidades indígenas, provocando en ellas un extremo debilitamiento del que solo serían la excepción los últimos caciques libres, especialmente Namuncurá y Saygüeque.
De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879 los resultados en este aspecto fueron los siguientes:
  • 5 caciques principales prisioneros
  • 1 cacique principal muerto (Baigorrita)
  • 1271 indios de lanza prisioneros
  • 1313 indios de lanza muertos
  • 10.513 indios de chusma prisioneros
  • 1049 indios reducidos

En otras palabras, el vertiginoso paso de Roca y sus soldados en esta primera etapa realizada entre abril y julio de 1879 provocó entre los indígenas un total de 14.152 bajas.

En enero de 1880 en una acción aislada fue capturado Purrán y remitido de inmediato a Martín García. En octubre Roca asume la presidencia de la Nación y designa como ministro de Guerra y Marina al coronel Benjamín Victorica. Poco tiempo después, una serie de incursiones indígenas que se abaten sobre localidades fronterizas de Mendoza, Neuquén, Córdoba, San Luis y Buenos Aires deciden al nuevo presidente de la Nación a ordenar la reiniciación de las operaciones.

SEGUNDA ETAPA: CAÍDA DE LOS ÚLTIMOS BALUARTES

Esta etapa se inicia con tres brigadas, en total 1700 hombres, que se movilizaron a principios de 1881 a las órdenes del coronel Conrado Villegas. La primera, al mando del teniente coronel Rufino Ortega; la segunda a cargo del coronel Lorenzo Vintter y la tercera al mando del coronel Liborio Bernal.

Saygüeque y Reuque Curá lideran los últimos bastiones y alientan a sus hermanos “…enviando emisarios y regalos a los principales caciques de las tribus araucanas, alentándolos a la resistencia y ofreciéndoles la cooperación para un levantamiento para el que los invitan, porque como lo han dicho en esa ocasión prefieren morir peleando que vivir esclavos”.

Poco a poco la enconada resistencia es vencida por el avance de las fuerzas nacionales que en cuatro años más habrán derrotado definitivamente a los últimos grandes caciques, los que uno a tras otra van cayendo prisioneros: Reuque Curá, Namuncurá, Inacayal, Foyel y Sayhueque, con un total estimado en 2500 indígenas muertos y un altísimo número de prisioneros.

Por El Orejiverde
Fecha: 16/12/2022

El presente texto fue tomado de: MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos.2013 [1992] Nuestros Paisanos los Indios. Vida, historia y destino de las comunidades indígenas en la Argentina. Buenos Aires, Del Nuevo Extremo.