Loma Blanca es un sitio sagrado que se encuentra en el centro mismo de Puerto Madryn. Pertenece a la Comunidad Mapuche Tehuelche Lof Julio Antieco y es el lugar donde la comunidad realiza sus ceremonias y rogativos desde el año 1993.

Desde hace varios años, este sitio viene soportando numerosos hechos de vandalismo, en los cuales el lugar ha sido quemado y destrozado.

Nos cuenta Lucas Antieco, Lonko de la comunidad, que allí se celebran, entre otras varias ceremonias, la más importante, el “Kamrikun” o “Kamaruko”. Es la ceremonia más grande que realiza la comunidad mapuche. Se hace entre los meses de febrero y marzo y con “apoy kuyen” (luna llena), porque dicen “los abuelos y abuelas” que todos los corazones de las personas y animales en esa noche, están “blandos”. Es entonces que se abren y el ritual penetra las almas y los cuerpos. En esa ceremonia se llevan a cabo el “nguillatun” para dar gracias y pedir que la gente de toda la tierra esté bien, que tenga sabiduría (“kimvn”) y conocimiento (“rakizuam”). También allí se reúnen para hablar con las “newen”, fuerzas de la naturaleza, y para rogar a los volcanes que no se enojen. Cuando hay poca “mawn”, (lluvia), hacen la danza de la lluvia para pedir por ella. También le piden al “kurruf” (viento) que no se enoje. Es en este lugar sagrado donde ellos hablan con la “ñekumapu” Madre Tierra.

Desde hace varios años, este sitio viene soportando numerosos hechos de vandalismo, en los cuales el lugar ha sido quemado y destrozado. Ya son diecisiete las veces que esto ha ocurrido. Por más que exista una ordenanza municipal que lo declara “Sitio Cultural”, Loma Blanca no es respetado como tal por las personas que no entienden la cultura mapuche. Nos cuenta Lucas que hay gente a la que les molesta, que algunos vecinos son hostiles y que en algunas oportunidades han robado la leña que él mismo recoge del campo y que guarda allí. Nos dice que esto se debe al desconocimiento total sobre los ceremoniales de su comunidad y, además, porque a estas personas no les interesa el pueblo mapuche.

Este espacio es también muy estratégico. Por un lado, ese terreno tiene un valor de mercancía para las mineras porque es un territorio rico. Por otro lado, por su ubicación céntrica es muy atractivo para los negocios inmobiliarios, por lo que existen muchos intereses económicos sobre él. Este valor es el opuesto al que le da la comunidad mapuche, porque allí descansaron sus ancestros. Desde tiempos inmemoriales fue un lugar sagrado, un “chenke”, un cementerio donde estuvieron sus antepasados y aún continúan hoy sus espíritus, “los espíritus que están cuidando el lugar”, nos dice el Lonko, porque la tierra es un lugar sagrado para sus pueblos, “es la única casa donde están los espíritus y el cielo, que nos alumbra con el sol, de día; y con la luna y las estrellas, de noche”.

Todas las ceremonias son importantes para el pueblo mapuche, pero el “Karamuko” es, como cuenta Lucas, “mágico y trascendental”. Es allí donde se comunican con la naturaleza y el universo, con los pies descalzos, haciendo el contacto directo con el cosmos, y es en ese momento cuando lo natural y lo sobrenatural confluyen.

Esta “ceremonia profunda, espiritualmente digna y noble”, es la que la comunidad quiere seguir realizando, porque es esta una ceremonia milenaria, practicada por cientos de comunidades indígenas. En ella arde el fogón, al igual que decenas de fogones arden en medio de la noche, alrededor de la tierra, hasta que el aura aparece.

En Puerto Madryn, tierras del Cacique gununa kuna llamado Gulut, tatarabuelo de Lucas, hay una calle de lleva su nombre. También hay una comunidad galesa, por lo que le han cambiado el nombre al Barrio de Loma Blanca y ahora se llama Barrio de los Colonos Galeses. Lucas nos cuenta que la comunidad galesa, junto con el municipio, piensan hacer una plaza en este lugar sagrado, a espaldas de la comunidad mapuche. Por eso es que hace años que viene reclamando a las autoridades del gobierno con “nota sobre nota, denuncia sobre denuncia” y no recibe respuesta alguna.

El Lonko cercó el lugar de manera natural, como hacían los abuelos, y presentó un proyecto para alambrarlo y poder evitar de esa manera que lo profanen. El proyecto fue presentado a nivel municipal y nacional, pero nunca fue aprobado. Esto demuestra, por un lado, la falta de voluntad política, y por otro, las estrategias que utilizan quienes quieren beneficiarse con esos terrenos, llevando a cabo los actos vandálicos y los incendios del lugar. Esto permite ver el interés codicioso que existe, pues si el gobierno lo quisiera solucionar, lo haría en muy poco tiempo (“hacen un acta y ahí hacen la solución”, como bien dice Lucas).

El sitio sagrado de Loma Blanca es un lugar abierto a la comunidad. Allí acuden escuelas con sus alumnos, turistas, se hacen casamientos y bautismos, incluso de personas que no son originarias mapuches. Lucas brinda charlas sobre la cosmovisión de su pueblo: “nosotros tenemos las manos abiertas y el corazón abierto”, nos dice. Cuenta, sobre los espíritus que ahí viven, que una noche helada abrigaron a un “huinca” (hombre blanco), a quien habían dejado que durmiera en el lugar, con un poncho de guanaco, y los espíritus lo cobijaron para que no muriera de frío.

Hace 70 años que la comunidad viene reclamando sus territorios ancestrales. Hoy luchan los nietos y bisnietos de aquellos abuelos que murieron reclamando la tierra. “Y lo vamos a seguir reclamando, acá nosotros no vamos a bajar los brazos”, dice con todo el “newen” el Lonko Lucas Antieco, hijo de Julio Antieco -creador de la bandera mapuche tehuelche y quien le da el nombre al “Lof”- a la Comunidad.

“Nosotros les pedimos a los gobiernos que nos saquen las manos de encima para nosotros hacer nuestras cosas”, porque “para vivir en mis tierras solo basta con la sabiduría, el pensamiento y el comportamiento que me dejaron mis abuelos para vivir dignamente”, nos responde Lucas cuando le preguntamos qué es lo que le está haciendo falta. También pide que lo dejen continuar con sus ceremonias sagradas en Loma Blanca.

Nosotros queremos hacer visible y denunciar todos estos hechos de profanación a los lugares sagrados y ceremoniales de nuestros pueblos preexistentes. Ellos tienen sus leyes naturales y su justicia, que los ancianos les transmitieron: “nuestros ancianos eran la biblioteca viviente de nuestro pueblo” nos dice Lucas, “y yo soy la voz del pasado y del hoy. Soy la voz de aquellos que no pudieron hablar. Soy la voz y la lengua que hablo, que le cortaron a mis abuelos para que no hablen mapudungun”.

En ese lugar, cuenta el Lonko, “estoy feliz con mis hijos”, porque es un lugar de descanso del cuerpo y el espíritu, “porque allí están los espíritus de los antiguos”.

Este 24 de junio, la Comunidad Mapuche Tehuelche “Lof Julio Antieco” tiene pensado hacer la ceremonia del Año Nuevo Mapuche en el sitio sagrado de Loma Blanca. Allí van a pedir ayuda a los espíritus de los ancestros para que protejan el lugar. Mientras tanto, “nosotros siempre dialogando”, dice el Lonko Lucas Antieco, porque siempre, siempre, “las palabras son importantes”.

Por Sabina Oliva, Martina Molinuevo y colaboradoras
Imagen gentileza: Lucas Antieco
Nota: Sabina Oliva*
Video: Martina Molinuevo**
Colaboradoras: Paloma Alvarez**, Mayra Perez**, Micaela Roig Courtis**, Julia De Stefano**, Gala Maruscak**, Renata Calissano**, Karina Bustamante**, Claudia Aranda***
*Facultad de Humanidades y Artes. UNR
**Facultad de Filosofía y Letras. UBA
***Cátedra de Endodoncia. Facultad de Odontología. UBA
Video
https://www.facebook.com/proyectocementeriosud/videos/883202265521524/
Fecha: 26/6/2020