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El inminente cambio de gobierno fruto de los procesos electorales de este año, plantea renovados desafíos para la causa de los pueblos originarios

Las recientes elecciones nacionales y el próximo cambio de gobierno resultante de ellas, están generando distintos documentos y posicionamientos de organizaciones indigenas, que manifiestan variadas lineas de pensamiento, optando en su momento -antes de los comicios- por uno de los candidatos, descreyendo de ambos o bién prejuzgando lo que va a suceder con los gobernantes ya elegidos.

En los últimos años, se ha visto -como en otras esferas de la vida nacional- una clara diferenciación entre aquellos originarios partidarios del gobierno y aquellos que permanecieron en una postura de independencia. Estos alineamientos llevaron a que muchas veces se confundiera la causa de los pueblos originarios, al adscribir algunos dirigentes en forma irrestricta y acritica a las politicas públicas.

Esta situación reactualiza esta y otras cuestiones conexas, como el papel de los paisanos indigenas cuando asumen cargos estatales y de gobierno.

Ambos escenarios replantean los objetivos de la causa de los pueblos originarios que a nuestro modesto modo de ver, no deben hacer perder de vista que más allá de las legitimas ideas politicas y partidarias, los hermanos deberían priorizar la esencia de sus identidades étnico-culturales, basada en las reivindicaciones históricas que han sido hasta aquí la razón de su lucha como pueblos (restitución de tierras y territorios; respeto a las cosmovisiones ancestrales; lucha contra la discriminación; recuperación de la propia historia y su rol protagónico; etc) asi como su camino hacia delante basado en crecientes grados de autonomia y autodeterminación dentro de los estados nacionales.

La razón de ser de los pueblos indígenas es precisamente esa: el ser pueblos indígenas. Todo aquello que los distraiga de este eje, los confundirá y los alejará de su camino. Y los paisanos no contribuirán además a la riqueza de las diferencias, base indispensable de las nuevas sociedades que se asientan en la realidad insoslayable de la diversidad cultural.

De hecho algunas instituciones y organizaciones ven a los indígenas como un movimiento social que lucha por la igualdad cuando en realidad ellos luchan por ser diferentes. Lo mismo sucede cuando la definición viene desde el Estado o desde espacios intelectuales, con términos de moda tales como “subalternización”, corriendose el riesgo de adherir a un discurso que no es propio de los pueblos indígenas, dejando de lado por el contrario el autodefinirsee desde la propia cultura.

Esta posición que aquí presentamos no niega la participación de los hermanos indigenas en cargos estatales o de gobierno, y mucho menos por supuesto las elecciones personales en lo relativo a cuestiones politicas partidarias, simplemente que esto no los lleve a alejarse de sus raices y de su condición de originarios.

La gran pregunta que toda persona indigena debe hacerse cuando accede a un cargo publico es: ¿ para quien estoy trabajando ?

En el periodo de la conformación de la Nación argentina y mientras los pueblos originarios continuaban sosteniendo sus territorios libres, ellos alternaban enfrentamientos con negociaciones, destacándose entre estas últimas las adhesiones circunstanciales a Unitarios o Federales ó a la politica de Indios Amigos y/o de Negocio Pacifico de Indios: en ninguno de los casos los resultados fueron buenos para las comunidades.

Hacia fines de la década del cuarenta en el Siglo XX, los graves y prolongados enfrentamientos entre los pueblos originarios de la Argentina y el Estado nacional habían virtualmente finalizado. Más adelante, durante los años setenta, surgen las primeras organizaciones aborígenes, comenzando una etapa de creciente participación e incluso de paulatina inserción en cargos de gobierno, proceso que evoluciona hasta el presente, encontrandonos con diputados; Presidentes y funcionarios de los Institutos Provinciales del Aborigen; miembros del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas ( INAI ) y distintos organismos del Estado; concejales; intendentes, entre otros cargos.

Estas inserciones en el Estado constituyen sin dudas oportunidades para el mejoramiento en la calidad de vida de las comunidades indígenas, el fortalecimiento de sus identidades y el respeto por sus culturas y cosmovisiones y en consecuencia, ellas deben ser bienvenidas. Sin embargo, el balance de estas participaciones hasta el momento es desparejo, por lo que deberíamos tomar las nuevas designaciones con las precauciones y cautelas del caso.

Los indígenas que acceden a estos cargos transitan por la delgada línea de representar a sus pueblos desde un rol muy diferente y desde un lugar –el Estado- que no se ha caracterizado históricamente –salvo excepciones- por diseñar y realizar politicas hacia los paisanos con los paisanos, evitando tanto el paternalismo típico del “indigenismo” como los riesgos permanentes de cooptación, estrategia que desde el poder politico de turno suele confundir al Estado con el Gobierno. Esta claridad de los hermanos indígenas coadyuvará también a contar con un Estado más equilibrado, justo y que contemple las necesidades de todos.

Este es el gran desafio de la hora para todos aquellos originarios que ya están o que están próximos a acceder a la función pública, asi como para aquellos que adscriben públicamente a filiaciones partidarias: no olvidar que pertenecen a un pueblo y a una comunidad originaria cuyas reivindicaciones no solo son inalienables, sino que se las deben seguir profundizando creando las condiciones necesarias para ello.

Tenemos muy cerca el caso excepcional de Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia: el asumió por tres veces su cargo en La Paz, en la Casa de Gobierno y el dia anterior -en las tres ocasiones- en el Centro Sagrado de Tiawanaku. Dos espacios bien diferenciados (el estatal-gubernamental y el ancestral) pero que los nuevos tiempos de convergencias proponen. Y también como para tener siempre presente cuando se llega a estos cargos, la pertenencia y los deberes para con la cultura de origen.

La politica y la adscripción partidaria, asi como la participación en cargos en el Estado y el Gobierno pueden ser un aporte muy importante para los pueblos originarios, siempre y cuando los paisanos involucrados sostengan su espiritu en aras de la causa de sus hermanos, no perdiendo nunca de vista la esencia.

Por ElOrejiverde
Fecha: 7/12/2015

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