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Julia Hotus, originaria rapa nui de la Isla de Pascua, habla con nuestra corresponsal acerca del arte tradicional y los relatos de los Antiguos

En nuestro viaje a Chile al encuentro Minga, conocimos muchos artesanos originarios, entre ellos a Julia Hotus, rapa nui, con la cual conversamos un buen rato.

Julia se presentó en su lengua y nos dijo “soy Julia, vengo de una familia tradicional de la Isla de Pascua, mi padre era artesano, aprendí de él, por eso hoy vendo mi artesanía, hecha por nosotros los rapa nui. Para nosotros la fiesta más importante es la fiesta Tapati que la hacemos a fines de Enero y principio de Febrero, y ahí mostramos nuestra identidad, el arte, la gastronomía, los deportes ancestrales, las danzas, mostramos nuestros tatuajes”.

El poder de los takona

“Cada tatuaje (takona) tiene su simbolismo, a veces hay gente que se hace otros tatuajes nuevos, pero la mayoría son diseños originales de la Polinesia, por ejemplo los animales que dibujamos son el Honu que es nuestra tortuga, el Manutara (gaviota pascuense), el Manuiri que es el símbolo de la pareja, también nos hacemos flores que es símbolo de armonía y el Rongo Rongo, que son “jeroglíficos”, un sistema de escritura que todavía no ha sido decodificado, todo eso dibujamos en nuestro cuerpo y cara”.

En las palabras de Julia podemos denotar la importancia de estos tatuajes, cada tatuaje cumplía una función y según donde se ubicaba, recibía un nombre: “Rima kona se hace en el dorso de la mano o muñeca; el Retu, lo hacemos en la frente; Matapea, va debajo de los ojos; Pangaha’a, lo hacemos en las mejillas; Pare, en los brazos; Humu en las piernas, muslos y/o pantorrillas y el Tu’u haino ino, ese va en la espalda y en las nalgas”.

En los tatuajes se representan tanto en los tiempos antiguos como en la actualidad al dios Make-Make (el creador del mundo), los Moais (¿los ancestros?), Komari (el símbolo de la fertilidad femenina), el Manutara, y otras formas de aves, peces, tortugas o figuras provenientes de las tablillas Rongo Rongo. También han aparecido nuevos diseños.

Tapati Rapa Nui

La Isla de Pascua, donde vive Julia, pertenece a Chile, ubicada en la Polinesia, en medio del océano Pacífico a casi unos 4000 km del continente americano. Tiene una superficie de 163,6 km², lo que la convierte en la mayor de las islas del Chile insular, y una población de unos 5000 habitantes, concentrados principalmente en Hanga Roa, su capital. El idioma ancestral rapanui continúa siendo el principal medio de comunicación entre los isleños, mientras que el español se emplea principalmente en el ámbito público. Con la Ley Indígena se buscó implementar el programa de Educación Intercultural Bilingüe en los establecimientos educacionales, pero uno de los principales obstáculos es la falta de profesores rapanui hablantes. En 2004 se creó la Academia de la Lengua Rapa Nui, conformada por expertos lingüistas, la que ha realizado esfuerzos para establecer pautas en el uso correcto y transmisión escrita de la lengua.

El festival Tapati Rapa Nui es una de las festividades más importantes de la Isla. En esta ocasión realzan y revitalizan sus tradiciones y cultura. Otras celebraciones son el Día de la Lengua o Mahana O Te Re’o y el Festival de la Canción, Ka Tangi Te Ako.

Tapati Rapanui se celebró por primera vez en 1968 bajo el nombre de “Festival de la Primavera”. Se lleva a cabo durante dos semanas de enero y febrero (coincidente con el Carnaval de otras partes del mundo) durante las cuales la gente “se pinta, se relaja, se comparte la simpatía. Todo el mundo va feliz, y después de ahí todo el mundo se va a sus casas hasta el próximo año”.

A lo largo del tiempo el Tapati Rapanui ha integrado elementos foráneos, como en el caso de la coronación de la reina: la elegida recibe una corona y una banda propias de los concursos de belleza internacionales, pero confeccionadas de madera rapanui y matute (planta autóctona). Este fenómeno no necesariamente debe ser visto como algo negativo, sino por el contrario es reflejo de una cultura viva, ya que en la mayoría de ellas vamos modificando algunas cosas por necesidad, así también nos ocurre a los andinos.

Muchos de los concursos resultan incomprensibles para los extranjeros, puesto que integran elementos propios de los rapanui. Es que el Tapati Rapanui ha revivido muchas tradiciones ancestrales de la isla. Gran parte de las competencias son realizadas en lengua. Así, la pintura corporal reapareció en el festival en 1985, cuando se incorporó una competencia en la cual cada artista tenía que representar un personaje a través de los símbolos pintados en su cuerpo. El arte de los kaikai (juego de hilos) también han sido incluidos como una de las competencias, donde sólo pueden participar los isleños: deben llevar vestidos tradicionales y recitar en su idioma. Otras actividades tradicionales son el Vaka Tua, en que se debe construir una embarcación tradicional polinésica y luego navegar en ella y el Riu, en que se interpretan cantos rituales con historias y relatos tradicionales del pueblo que cada año recuerda la cultura de la tierra de Hotu Matu’a, el primer ariki (monarca, jefe) de la Isla.

Los Niños Tortuga

Los antiguos rapanui tenían gran cantidad de mitos que explican sus orígenes e historia. En este sentido la palabra a’amu se utiliza para todos los relatos tradicionales, los que durante siglos fueron transmitidos oralmente de generación en generación, manteniendo viva la historia de la isla. Es posible que los ideogramas grabados en tablillas de madera o kohou rongo rongo —desarrollados probablemente en el siglo XVIII— tuvieran entre sus finalidades el registro de antiguos mitos o fórmulas rituales. Aprovechando la charla con Julia le pedí que nos contara alguno de los relatos tradicionales de su pueblo, y fue entonces que nos habló de Honu, la tortuga.

“Este cuento me lo contó mi abuelo: había dos personas que eran como niños y que vinieron a la Isla de Pascua desde otra isla; nadaron y nadaron y cuando llegaron se convirtieron en Honu (tortuga). La gente ancestral en ese tiempo los recogió, porque sabían que esas dos Honu eran dos niños que se habían transformado. Los Matamuas los recogieron, los cuidaron y dijeron que no se les debía hacer daño -en ese tiempo antiguo ellos comían tortugas- no se los podía comer, porque eran dos niños que habían llegado hasta aquí desde otras islas. Ahí termina el cuento”.

“Este relato es de la gente antigua, porque lo contaban los que antes comían tortugas, y tuvo final feliz porque los niños-tortuga no fueron comidos, los Matamuas son los que recibieron a las tortuguitas, ellos, los Matamuas son personas indígenas ancestrales”. Julia es una mujer bajita de cabellos blancos del color de la plata, de ojos grandes, acento del mar y mirada profunda; con un corazón grande y humilde, ella nos contó este “cuento” con una ternura tal que nos pareció estar en ese lugar primigenio adonde llegaron los niños tortugas.

En la despedida le pedimos unas palabras para los hermanos de Argentina: “tenemos que ser bien orgullosos, siempre mirar para el futuro, pensar que ese corazón nació indígena y siempre va a ser así y hasta la muerte va ser así, no importa en qué país, hayamos nacido, hoy hay muchos hermanos indígenas por todo el mundo, que nos podemos conocer, debemos reconocernos, debemos disfrutar la vida y sonreír a lo que nos dio el universo, debemos disfrutar…mirar el sol que va saliendo, o mirar cuando el sol está bajando ya en el mar, en ese momento uno se siente importante, de haber nacido en Isla de Pascua, y levantarte tranquilamente, caminar cerca de la playa, y saludar: pa´llá, ´buenos días, buenas tardes´, tú conoces a todo el mundo, es esa dicha de conocer a todo el mundo, esos son como lazos familiares, uno considera a todos los de la isla, son todos familia.”

Tal como nos dice Julia el hombre nace cada día como nace el sol, pero a veces no le da la importancia que merece a la naturaleza y se aparta de su corazón y de su mundo interno. La familia no es solo la familia de sangre, sino que tenemos familias espirituales que nos ligan más a la tierra, debemos fortalecernos con ellos. Julia es nuestra hermana espiritual, espero poder llegar a su edad con esa fuerza de mujer indígena que ama sus raíces, conoce sus relatos tradicionales y transmite su cultura por medio de su arte que lleva el aroma y las voces del mar.

Por Amalia Vargas
Fecha: 31/05/2024

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