En Oaxaca, Mexico, el juguete popular es muy valorado incluyendo el rescate de las tradiciones mixtecas y zapotecas

Existe en el México actual una gran cantidad de juegos y recreaciones populares que se han mantenido por tradición, pese a los cambios provocados por la industrialización, el ritmo de la vida urbana, los medios de comunicación masivos y la penetración cultural. Es el caso de Oaxaca, en donde están muy vigentes estos juegos.

“Tradicionalmente son los adultos quienes elaboran los juguetes populares y, al igual que en otras artesanías, las técnicas y conocimientos pasan de generación en generación”, señala Gloria Martínez López, directora del Instituto Oaxaqueño de las Artesanías (IOA).

Resalta que “todas las piezas conservan la esencia de despertar en niños y adultos, un sentido de acercamiento hacia aquello que nos identifica como oaxaqueños, como mexicanos”. Además, subraya, “tienen un uso, pues sirven para jugar”.

Cometas buscadores de espíritus

En casi todo el Istmo de Tehuantepec, como en gran parte del territorio oaxaqueño, los papalotes ( barriletes, cometas) son elaborados por los propios niños y niñas, que les dan diferentes formas y utilizan papel de china o plástico.

El viento del norte que pasa en el Istmo favorece el vuelo y niños y adultos festejan si su barrilete alcanza gran altura.

Para su elaboración se utilizan varas de carrizo o tallos secos de maíz, papel de china, pegamento o engrudo, en forma de cuadrado o hexágono; la “cola” está hecha con pedazos de papel o de tela.

En San Francisco del Mar, para los indígenas ikoots (también conocidos como huaves) los cometas tienen un valor especial: son utilizados para la pesca ribereña, y al final de octubre, en un importante ritual, sirven para encontrar el espíritu de los difuntos para conducirlos al altar de muertos.

El regreso de Tanguyú

En la época en que no existían los muñecos sofisticados, las niñas zapotecas de Santo Domingo Tehuantepec, en el Istmo, al empezar el año, recibían un regalo muy especial: una pequeña muñeca de barro decorado con colores vivos, llamada Tanguyú. Ella representaba a la divinidad del amanecer, que es esperada precisamente en los inicios del año.

El juguete de barro es elaborado hoy por las alfareras del barrio de Bixana, donde se sigue la tradición de entregar la pieza en las fiestas para que las mujeres bailen el son de Tanguyú.

Según cuenta la tradición oral zapoteca, Tanguyú es la representación de la diosa del amanecer ( Tangu Yuh ) que un día apareció en Tehuantepec, pero al ver el desorden causado por su efímera visita, desilusionada, decidió irse, por lo que desde entonces, cada víspera de fin de año el pueblo zapoteca espera su regreso.

El cronista de Tehuantepec, Mario Mecott Francisco, comenta que “en la mitad del siglo pasado las alfareras ofrecían sus muñecas de barro sólo los días primero de enero. La muñequita era una pieza apreciada, pero efímera”.

“Eran juguetes efímeros de la niñez de Tehuantepec y San Blas Atempa. A la par, también vendían un muñeco (semejante a un campesino) montado en un caballo”, recuerda.

Precisa que en un principio a la muñequita se le llamó Basayú y al muñeco Tanguyú.
Sin embargo, en algún momento de la historia del juguete de barro, a la muñequita se le empezó a nombrar Tanguyú.

La confusión ocurrió entre 1950-1960, cuando personas externas empezaron a escribir la historia de la región, pero con poco rigor”, refiere Mecott.

Por: http://imparcialoaxaca.mx/general/ http://www.rebelion.org/ http://www.vanguardia.com.mx/
Fecha: 8/1/2016