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¿Cómo fue posible ese Estado de las Cuatro Regiones (del quechua “tawa”, cuatro” y “suyu” región o territorio), que a la llegada del español Francisco Pizarro en 1532 al actual Perú se extendía desde el norte de Ecuador hasta la provincia de Mendoza en Argentina y el río Maule en Chile?

¿Cómo fue posible que los líderes de una etnia, la inka, lograran articular una tan poderosa coalición socioeconómica y militar que, más allá de las particularidades de cada pueblo involucrado, marcará para siempre un estilo de vida y pensamiento en el mundo andino?

Esta experiencia, única en toda América, exigió sin duda el cumplimiento de por los menos cuatro condiciones: primero, una fuerte convicción acerca de sus objetivos en función de una finalidad última y trascendente; segundo, la voluntad política para realizar las tareas necesarias; tercero, la autoridad o liderazgo para lograr alianzas estratégicas y movilizar voluntades y, por último, contar con los recursos materiales y la organización necesaria para sustentar todo el sistema.

Debió ser un entramado de factores que, a nuestro entender, se articularon en función del primer requerimiento, es decir, de una cosmovisión que los explica y justifica a partir de un mito orientador que da sentido al devenir de los pueblos.

Fernando Montes Ruiz afirma que los mitos representan las huellas psíquicas que vivencias pasadas han impreso en el carácter de una colectividad: sus maneras de ser, sentir, actuar, así como los valores, ideales. Actitudes y creencias que conforman su personalidad básica y su identidad cultural /preservan/ la cohesión social y la continuidad cultural de la etnia que los ha creado /al tiempo que/ sostienen y legitiman el orden establecido”. Para entender el Tawantinsuyu proponemos, entonces, remitirnos a los mitos que narran el origen del pueblo inka, su peregrinar en busca de la tierra prometida y los mandatos a cumplir por orden de los dioses.

La fundación del Cusco

La narrativa oral, recopilada por los cronistas españoles, da dos versiones de la misma historia de la fundación del Cusco. La más sencilla cuenta cómo una pareja divina, Mama Ocllo y Manco Capac, salió del lago Titicaca e inició un largo viaje en busca de tierra apta para el cultivo. Fue en el cerro Huanacauri, cerca de lo que sería el Cusco, donde Manco Capac enterró sin dificultad su vara de oro en la tierra, señalando que habían llegado al lugar indicado.

La otra versión nos habla de cuatro hermanos, Ayar Uchu, Ayar Cachi, Ayar Mango y Ayar Auca, salen también de una cueva en el Titicaca, Pacaritambo, junto a sus cuatro hermanas y esposas, Mama Ocllo, Mama Huaco, Mama Cura y Mama Raua. La fuerza de Cachi, capaz de derribar cerros con un tiro de honda, decide a sus hermanos a regresarlo a Pacaritambo y dejarlo allí. Siguen luego su viaje hacia una tierra para establecerse, probando suerte en varios sitios donde hacen sus cosechas, aunque, insatisfechos, continúan su peregrinación hasta llegar a Quirimanta. Allí y tras celebrar un consejo, deciden que Uchu, se transformaría en piedra y sacralizaría el lugar como una huaca principal. Estando en Matagua, Mango, arroja su bastón de oro y éste penetra suavemente la tierra de un lugar llamado Guaya-naypata. Resistidos por los lugareños, Mango ordena no obstante a Auca ocupar el lugar. Este se eleva en el aire pero al tocar el suelo se convierte también en piedra imponiendo una instalación definitiva e indica que, en el futuro, Mango debía llamarse Manco Capac.

Siendo agricultores, los Ayar restantes necesitan conquistar esa tierra. Sería Mama Huaco quien, con un tiro de boleadora hiere a uno de ellos, le abre el pecho y, sacándole los bofes, los exhibe ante todos. Tal ferocidad provoca el cese de la resistencia y se inicia la creación del Cosco, el “ombligo del mundo”, y centro del futuro Tawantinsuyu.

Por orden del Padre Sol

En el año 1609, el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de una princesa cusqueña y un militar español, publica sus Comentarios Reales y recuerda que Manco Capac y Mama Ocllo, hijos y enviados del padre Sol, llegaron al Cusco, “tierra de montes y breñales”, habitada por gentes que vivían “como fieras y animales brutos” con el mandato de reunirlos, enseñarles a reconocer los beneficios del padre Sol, a adorarlo y enseñarles las prácticas agrícolas y sociales, mantenidos “en razón y justicia, con piedad, clemencia y mansedumbre, haciendo en todo el oficio de padre piadoso para con sus hijos tiernos y amados a imitación mía” por lo cual, ordena el Sol “os constituyo y nombro reyes de todas las gentes que así doctrinárades con vuestras acciones, obras y gobierno”. De esta manera, Manco Capac y Mama Ocllo “dieron orden que unos se ocupasen en proveer de su comida campestre para todos, porque el hambre no los volviese a derramar por los montes, mandó que otros trabajasen en hacer chozas y casas, dando el Inca la traza de cómo las habían de hacer” Garcilaso escribe sus Comentarios en España, y lo hace basándose en los relatos de su madre, salpicados de idealizaciones e influencias cristianas. Sin embargo, en sus palabras se pueden entrever los principios que caracterizaron la organización del Tawantinsuyo: el culto al Sol, la divinización del Inca y la nobleza de sangre, la misión civilizadora y la expansión territorial, la organización de la producción y los tributos previendo hambrunas, las relaciones de reciprocidad entre el inca y sus súbditos,la construcción de centros administrativos, palacios y templos, así como la realización de rigurosas obras de ingeniería y la organización de la burocracia necesaria para la consecución de estos objetivos.

Wiracocha, creador, civilizador y el que volvería del mar

En el mundo del Incariose destaca otroser divino que dejará su marca aún sin pertenecer estrictamente a la mitología inka. Es el dios creador Wiracocha, presente en Tiahuanaco(S II a.c-X d.C)y otras culturas, con el rostro rodeado de rayos solares y un bastón en cada mano, que aparece tanto en la Puerta del Sol en Tiahuanacocomo en textiles de Paracas (700 a.C-200d.C)y la estela Raimondi o el Lanzón en Chavin de Huantar (1200 aC-200a.C). Este dios, luego de crear el mundo realiza una activa tarea como civilizador, para, tras una serie de aventuras, perderse en el mar con la promesa de un futuro retorno. Preexistente a los inkas, Wiracocha se aparece en sueños al gran Pachacutec, anunciándole su decisiva la victoria sobre con los chancas que atacaban el Cusco y queda así instalado en el panteón incaico. Aparte de creador, fue un modelo civilizador y aquel que un día volvería por el mar.

Por María Ester Nostro
Fecha: 25/09/2023
Fuentes: Montes Ruiz, Fernando. La máscara de piedra. Edit Armonía. 1999.
La Paz. Rostorowski, María. Historia del Tawantinsuyu. Inst. De Estudios Peruano, 1999, Lima.

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