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La socióloga Wayúu Aleida Tiller Uriana, enfatiza en este texto sobre el valor del lenguaje y la comunicación por parte de los palabreros, logrando a través del diálogo los necesarios acuerdos mutuos, imprescindibles para evitar conflictos entre las familias de las comunidades Wayúu de Colombia.

En este artículo se intenta dar a conocer a un personaje Wayúu, enfatizando en el papel fundamental que tiene en el desarrollo del sistema judicial de la cultura. Justificar el conocimiento de este personaje y su interpretación para explicar cómo los criterios del palabrero son sometidos a una comunicación intersubjetiva de la condición necesaria que debe ser a partir de la experiencia humana. Para desempeñar el papel que se le conceden hay que recordar que la función de este personaje no es una actividad de personas singulares, sino primariamente una actividad de los miembros de la comunidad como medio conciliatorio a través de la comunicación.

La persistencia de conflictos sociales en el territorio de la península de La Guajira se encuentra copiosamente evidenciada en las fuentes históricas, ya sean éstas crónicas coloniales o se refieran a documentos correspondientes a la época republicana. De hecho, en el resto de la región Caribe colombiana, y en menor grado en otras regiones del país, subsistió hasta tiempos recientes un estereotipo violento del territorio peninsular que asociaba a sus habitantes con la práctica consuetudinaria del contrabando y con la realización de sangrientos enfrentamientos entre familias extensas, que en muchas ocasiones desbordaron su escenario primigenio para concretarse sobre otras ciudades del Caribe.

Así, la sociedad peninsular se encuentra pues relacionada con los miembros de la sociedad nacional y las prácticas de actividades comerciales ilícitas y con la aplicación generalizada de la justicia privada. No obstante, esta visión etnocéntrica no es la adecuada para analizar una subregión heterogénea desde la perspectiva étnica, cuya población ha preservado históricamente una relativa autonomía política y cultural y en la cual sólo en el último siglo se ha intensificado con cierto éxito la proyección demográfica, económica, religiosa y militar de la sociedad nacional hacia el territorio ancestral guajiro. En este orden de ideas, la existencia de enfrentamientos intraétnicos lleva a estudiar las formas de organización sociopolítica que mantiene la población indígena del departamento, especialmente las estructuras políticas del pueblo Wayúu y sus mecanismos ancestrales para la solución de disputas interfamiliares.

La investigación no pierde de vista que uno de los elementos fundamentales que tiene el palabrero es el lenguaje, ya que su labor exige una comprensión efectiva de lo que es la palabra y los conceptos que allí intervienen, y de cómo funciona el lenguaje y la comunicación, de su relación y distinción y su modo de referirse a las cosas, a realidades extramentales. Se ha dicho ya que el signo lingüístico es instrumental: el conocimiento del signo conduce al conocimiento de otra cosa.

Teniendo en cuenta que para ejercer esta función no necesariamente se debe pasar por una institución formal, ya que de hecho es basada en la experiencia pues los inicios del palabrero se retoma cuando desde niño se le inculca el amor hacia la palabra, esto como primera medida para que aprenda su génesis y valor así como la importancia que tiene para dialogar, y a través de este diálogo llegar a un acuerdo mutuo.

Y es que la figura del palabrero es una institución en la sociedad Wayúu que ha demostrado que su experiencia en la vida sirve para mediar en las disputas y conflictos. Y ésta a su vez ha cambiado, pues cada época exige sus propias necesidades y de esto es un vivo ejemplo la cultura Wayúu, este sistema se ha modernizado, la esencia de la conciliación y la reparación se mantiene. De cierta manera, es un tipo de adaptación al contexto actual. Antes se pagaba en especie con animales y con monedas de oro o con collares de piedras preciosas.

Cabe recordar que en toda sociedad los conflictos existen y los Wayúu, no son la excepción de ello, pues cuando un grupo familiar se ve ofendido por la agresión física o la afrenta a uno de sus miembros, sus parientes uterinos suelen ponderar cuidadosamente sus fuerzas y las del grupo agresor evaluando fríamente las consecuencias de las distintas opciones de acción. En este contexto las opciones pueden ser tres: (i) abstenerse de culpar a alguien o de tomar medidas contra persona alguna, (ii) tratar de vengarse en forma sangrienta de la persona responsable o de sus parientes uterinos cercanos y (iii) exigir compensación material.

Es posible que después de este frío cálculo un grupo familiar se decida por aquella opción que restablezca su dignidad en el escenario social Wayúu con el menor costo en vidas y en recursos. Por ello, si el grupo agresor dispone de mayores recursos que el ofendido o ambos se hallan en una situación de equilibrio en recursos humanos y armas, es probable que se vean inclinados a negociar. Si por el contrario, los agresores rechazan la posibilidad de compensar materialmente la falta cometida o no disponen de bienes que permitan asegurar la paz mediante el pago de la indemnización solicitada, puede entonces sobrevenir el enfrentamiento armado.

Cuando una familia extensa decide exigir compensación material suele recurrir a un intermediario especializado en este tipo de arreglos llamado en wayuunaiki püchipü’ü, putchipala o putche’ejechi, al cual suele designársele en español con el nombre de palabrero. Este puede considerarse un intermediario en la medida en que sólo lleva las “palabras” y peticiones de la parte ofendida hasta los agresores y aclara antes de exponerlas que no se apartará de lo que le fue encargado transmitir.

Se ha señalado que el palabrero ideal se trata en efecto de un intermediario y no de un mediador ni de un árbitro, puesto que los mediadores pueden sugerir soluciones y los árbitros pueden transformar sus propuestas en obligatorias para las partes. Empero, cuando el palabrero es un hombre rico, hábil orador o persona de prestigio es posible que sea más que un simple intermediario pues la conciencia de su propia importancia puede llevarlo a realizar propuestas concretas que obtengan la terminación del conflicto.

Adicionalmente, muchas familias indígenas solicitan la intervención de funcionarios en los conflictos intraétnicos, especialmente de las oficinas gubernamentales de Asuntos Indígenas, quienes de hecho pueden actuar como mediadores e incluso como árbitros en las negociaciones. La creciente importancia de las actuaciones de las oficinas de Asuntos Indígenas en los conflictos interfamiliares Wayúu ha llevado a que muchas conciliaciones efectuadas a la manera tradicional sean consignadas en actas oficiales y refrendadas con la presencia de los funcionarios de estas dependencias por solicitud de las partes involucradas.

En la práctica, la intervención de los agentes gubernamentales es buscada cuando una familia está en inferioridad de recursos con relación a otra y supone que tal apelación le resultará ventajosa; además, es posible que un funcionario tenga más influencia en los círculos políticos y judiciales de la sociedad nacional que un palabrero tradicional y pueda ejercer presiones para lograr que a un grupo afectado se le reconozca una compensación material. La entrega de compensaciones económicas a la parte afectada puede considerarse un requisito esencial para lograr la concordia entre dos grupos familiares Wayúu, pues la paz, según los palabreros, no nace tan sólo de la voluntad política de los individuos de cesar las hostilidades sino del restablecimiento de los mecanismos ancestrales de control social.

Para los pueblos indígenas, tal y como lo refiere un connotado antropólogo “la ley positiva que gobierna todas las fases de la vida tribal, consiste por tanto, en un conjunto de obligaciones vinculantes consideradas como un derecho por una parte y reconocidas como obligación por otra y que se mantienen en vigor por determinado mecanismo de reciprocidad y publicidad inherente a la estructura de la sociedad...La ley es el resultado concreto de la configuración de obligaciones que hace imposible que el nativo eluda su responsabilidad sin sufrir por ello en el futuro”.

La distribución de los elementos (collares, ganado, dinero, etcétera) entregados como pago por el grupo al cual pertenece el individuo que ha ocasionado el conflicto se efectúa, según el tipo de lesión ocasionada, entre los parientes uterinos (apüshii) o entre los parientes uterinos del padre (o’upayuu) del individuo afectado. De acuerdo con el modelo tradicional, el aprovechamiento económico que derivará dicho individuo de la compensación económica recibida por sus familiares será mínimo o inexistente con el fin de que su conducta sea prudente en el futuro y evite involucrarse en nuevas disputas.

Cabe destacar que los momentos siguientes a la muerte o lesión de un individuo son de extrema tensión para sus parientes uterinos. La protección de los miembros del grupo de parientes uterinos va a provenir en gran medida de los espíritus auxiliares (aseeyu), del ouutsü y de los espíritus tutelares de los ancestros, los cuales se comunican a través de los sueños y se representan en antiguos amuletos (lania) o “contras” conservados con celo por la persona encargada de su custodia y de proporcionar las ofrendas que éstos solicitan periódicamente. Como cada unidad social Wayúu mantiene al menos uno de estos amuletos y puede incluir algunas variaciones en las formas de efectuar sus ritos de protección, el conflicto se anticipa o continúa a través de la magia familiar con lo cual se pueden empezar a medir las fuerzas de las unidades sociales, reales o potencialmente enfrentadas.

Algunos investigadores han afirmado que los conflictos Wayúu son dramas sociales que nos permiten entender sus estructuras políticas. Una forma de acercamiento a éstas consiste en observar los grados de movilización social de las personas que tienen vínculos de parentesco con un individuo que ha sido agredido físicamente o ha sufrido una afrenta por parte de personas vinculadas a otro grupo familiar. Para ello es necesario entender el sistema de parentesco Wayúu el cual establece diferentes grados de responsabilidad y reciprocidad entre un individuo y sus parientes uterinos y entre éste y los parientes uterinos de su padre.

La mayor parte de las responsabilidades y de los lazos de solidaridad y reciprocidad de ego se inclinarán en favor de sus parientes uterinos (apüshii). En tanto que las obligaciones con los parientes uterinos de su padre (o’upayu) son menores y pueden comprender el derecho a solicitar compensación económica sobre un tipo de lesiones específicas como las heridas, puesto que en ellas se produce derramamiento de sangre la cual es dentro del conjunto de creencias Wayúu el aporte masculino en la procreación, en tanto que la carne (e’irükuu) es el aporte femenino. Por ello la compensación económica principal que se entrega por la muerte de un individuo corresponderá a los parientes uterinos de éste.

En caso de que un grupo opte por el enfrentamiento armado, reclutará sus combatientes entre sus apüshii dado que, según el modelo tradicional, sobre éstos recae la responsabilidad de obtener venganza. El padre de un individuo muerto violentamente puede ser presionado por los hijos de sus hermanas y el resto de sus parientes uterinos para que no se involucre en un conflicto armado y deje la responsabilidad de la venganza en los parientes de su mujer, pues al inmiscuirse compromete a su respectivo matrilinaje corporativo.

Al escoger las víctimas potenciales de sus ataques, los Wayúu reflejan la lógica que gobierna sus enfrentamientos y su conexión con las formas de parentesco y, por tanto, con la organización política vigente en su sociedad. El tío materno de un homicida y los hermanos biológicos y clasificados de éste, son los blancos deseados para efectuar una retaliación.

Los Wayúu evitan, hasta donde es posible, que sus enfrentamientos armados afecten a personas que no sean miembros del matrilinaje corporativo del agresor, puesto que podrían inclinar la balanza de la lucha en su contra. En tanto que los acuerdos con base en los mecanismos tradicionales convocan principalmente a los parientes cercanos de la víctima y del agresor, la continuación de la violencia y de los enfrentamientos armados recluta un número mayor de parientes periféricos extendiendo las redes genealógicas de los individuos que dieron origen a la disputa.

Las mujeres Wayúu pueden jugar un papel importante en el desarrollo de los conflictos en que se ve envuelto su grupo familiar. Sobre el particular algunos investigadores señalan que ellas usualmente dan consejos a sus parientes varones, ayudan a movilizar apoyo, contribuyen con sus bienes al pago de las compensaciones y pueden hablar muy fuerte durante las negociaciones. Sobre ellas recae una gran responsabilidad económica durante los períodos de enfrentamientos armados pues la movilidad de los varones se ve restringida por la posibilidad de ataques enemigos. Dado que ellas no tienen estas limitaciones, les corresponderá por tanto, además de la tarea tradicional de comercializar los excedentes producidos por el grupo familiar en los centros urbanos, contribuir con la búsqueda de recursos adicionales para mantener los gastos que demanda el conflicto armado. Las mujeres no sólo pueden encargarse de satisfacer gran parte de las necesidades básicas del grupo sino que se preocupan por obtener para sus tíos maternos y hermanos biológicos y clasificados, otros artículos de consumo, verbi gratia: licor, para evitar que éstos se expongan en lugares concurridos socialmente a los ataques de sus adversarios.

Por su parte los hombres asumen fundamentalmente su labor de guerreros y dado que permanecen gran parte del tiempo sobre las armas, en algunos casos pueden verse inclinados a practicar actos de pillaje sobre vehículos y mercancías como una forma de obtener dinero para la adquisición de armas y pertrechos, especialmente si su asentamiento se encuentra cerca de carreteras y rutas de contrabando.

No siempre el sistema tradicional logra soluciones rápidas a los conflictos interfamiliares. Algunas unidades políticas y sociales Wayúu, conscientes de su superioridad en hombres, armas y recursos económicos, pueden negarse a entregar compensación económica a un grupo afectado por las acciones de uno de sus miembros. Es posible incluso que los familiares de la víctima deban abandonar su territorio tradicional ante la amenaza de sufrir nuevas agresiones.

No obstante, cuando dos grupos familiares wayuu entran en una potencial o real situación de conflicto, la sociedad Wayúu sigue con atención el desarrollo de los acontecimientos y, en un papel similar al del coro de la tragedia griega, comenta el desenlace de los hechos pues éstos se convierten en precedentes sociales que pueden ser utilizados en el futuro, aportando nuevos enfoques del conflicto y nuevos procedimientos de diálogo y principios de compensación a través de sistemas de pensamiento no constreñidos por el mundo occidental.

Los palabreros Wayúu alegan que “quien no sabe pagar no debe cobrar” y por tanto el grupo familiar que desconoce los mecanismos tradicionales para la regulación y solución de conflictos y se pone fuera de las reglas de juego existentes en su sociedad, se expone a ser atropellado por otros más poderosos que ellos y a no recibir compensación económica cuando uno de sus miembros sea agredido.

Teniendo en cuenta lo anterior se puede concluir que el sistema que poseen los Wayúu ha sido muy efectivo debido a los resultados que por años ha mantenido para prevaler las relaciones interfamiliares o claniles en la cultura Wayúu y que así mismo ha sido el soporte de la misma para llegar a unos acuerdos que mostrando que en el sistema jurídico Wayúu hay reparación en la medida en que se considera que las personas tienen un valor, que es parte de su identidad e intenta compensar el dolor causado, la sangre derramada y el cuerpo destruido. Y que este mismo sistema normativo de los Wayúu no busca encarcelar o castigar al agresor, visto como individuo aislado sino recuperar el tejido social afectado por las querellas, pues se involucra tanto al grupo familiar de la víctima como a la del victimario.

Finalmente es preciso mencionar que este mismo sistema podría ser incorporado al sistema occidental aportando nuevos enfoques del conflicto y nuevos procedimientos de diálogo y principios de compensación a través de sistemas de pensamiento no constreñidos por el mundo occidental.

Por Aleida Tiller Uriana, Wayúu, socióloga de la Universidad del Atlántico.
Fecha: 10/4/2019

Nota: El Orejiverde agradece la gentileza de Juan Carlos Gamboa Martínez, perteneciente al Proceso Organizativo del Pueblo Rrom de Colombia (PRORROM), por compartir el texto.

Las imágenes pertenecen a los siguientes sitios:

El informador
http://www.elinformador.com.co/index.php/region-caribe/77-la-guajira/7030-el-palabrero-wayuu-patrimonio-inmaterial-de-la-humanidad

Tüü Pütchika. La palabra
https://www.tuuputchika.com/2019/02/11/palabreros-wayuu-conforman-frente-de-seguridad/

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