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Para el pueblo nn’anncue ñomndaa, el territorio está intrínsecamente vinculado a una de sus formas: el agua. Ñomndaa significa “palabra del agua” y nn’anncue ñomndaa se refiere a la persona, a la gente que habla la palabra del agua.

Para este pueblo ancestral el agua forma parte de su raíz, y guarda una relación estrecha con este ser natural. Por eso, los arroyos, ríos y cerros donde nace el agua, y la vida que albergan, son paisajes del territorio que se representan en los telares multicolores de las mujeres nn’anncue ñomndaa, es decir, de las mujeres de la palabra del agua.

Maricela, mujer tejedora de la comunidad de Santiago, cuenta que su mamá la enseñó a tejer. Para ella, dice en la entrevista realizada atrás de su casa, rodeada de frutales, menciona que “tejer en el telar es como escribir lo que hay en montaña o en el mar. Hay muchas flores, hay animales como cangrejos, cucarachas de agua, y algunas ya bordan venados, perros, conejos, alacranes, flor de cempasúchitl”. Cada vez que inician un nuevo telar, explica Maricela, escriben una nueva página del libro de su vida.

Entre ellas, cuenta Rudiceli, joven de la comunidad, las tejedoras se preguntan “¿Ljeii?”, que significa “¿qué vas a escribir en tu telar? En nuestra lengua Ñomdaa existen formas propias de nombrar las herramientas que componen el telar de cintura. Las figuras que se tejen, por ejemplo las nombramos Ljeii, que significa escritura o letras. Entonces, cuando estás tejiendo alguna figura, estás escribiendo en tu telar de cintura las montañas, las flores, los animales, la milpa…”. Ella heredó de su madre el conocimiento textil, quien a su vez lo aprendió de su abuela.

Las mujeres nn’anncue ñomndaa, continúa Rudiceli, mantienen el resguardo de aprender/enseñar para poder continuar con la herencia cultural, que a la vez, dice, representa la resistencia de la memoria, de la sabiduría del telar.

Mujeres de la palabra del agua tejiendo el territorio

Suljaa’ es un territorio milenario, y en ñomndaa, significa “llanura de flores”. Este municipio está asentado en las faldas de las montañas y cerros que marcan el límite territorial entre la costa y el principio de la montaña. Y constituye el espacio físico, geográfico, espiritual y simbólico que habita el pueblo nn’anncue ñomndaa.

La principal actividad que realizan las mujeres nn’anncue es la elaboración de textiles en telar de cintura. Tejer representa una posibilidad y sustento de la vida familiar. En esta región, las mujeres tejen la vida cotidiana. Tejer ha sido, desde sus ancestras, una manera de retratar el territorio que habitan.

Un grupo de tejedoras conversan con Desinformémonos en un patio con olor a tierra húmeda, donde el canto de los pájaros sobre los árboles de cacao anuncia la lluvia de temporal. En este patio familiar, se reúnen y explican que tejen, por ejemplo, la flora con la que conviven. Con sus manos bordan, o transcriben, la flor de piña, flor silvestre, flor de cacaloxóchitl, flor de guanábana, flor de calabaza, flor de ajo, por mencionar algunas. Y también plasman sobre el telar la fauna que habita en los arroyos y sus alrededores, como los cangrejos, caballitos de mar, conejos, luciérnagas, tarántulas, arañas, alacranes, venados, mariposas, águilas de dos cabezas. Los textiles ñomndaa están también llenos de montañas, ríos y cerros de los alrededores.

Aquí todo tiene un significado. Por ejemplo, las partes que componen el telar se buscan en el monte. Anteriormente quienes se encargaban de buscarlas y darles forma eran los hombres, pero actualmente las mujeres van en su búsqueda dentro del territorio. Ellas explican que las herramientas y elementos que servirán para su telar de cintura “se deben buscar en el pueblo”, desde los palos que servirán para fijar el telar hasta los que ayudarán a apretar los hilos, y los alzadores que expresan la técnica de las tejedoras.

Rudiceli advierte que entre ellas “hay una conciencia de dónde viene todo (su arte), que no es de una persona, es del pueblo, es de los abuelos y abuelas que ya no viven pero que lo fueron transmitiendo. Las abuelas explican que los significados de los textiles son las flores, el maíz, la milpa, los animales. Entonces entiendes que de lo que están hablando es del territorio, de donde una vive, y está plasmado y tejido en el telar, y eso es algo que está resguardado por las mujeres principalmente, pues ellas son las que aprenden, enseñan y continúan con ese conocimiento”.

Lo que simboliza, dice Rudiceli, está ligado no sólo al territorio, sino también a la memoria. “Representa la memoria de las abuelas y abuelos que heredaron a sus hijas e hijos esta sabiduría. Sin el tejido, la relación con el territorio sería diferente. Sin este trabajo, el pueblo cambiaría”, remata la mujer ñomndaa.

El agua: un elemento identitario

Cuentan en Suljaa’ que el pueblo nn’anncue ñomndaa entiende la profundidad de la vida cada vez que sueñan, cada vez que se comunican en el idioma ñomndaa con los espíritus que habitan el territorio. Así lo explica David Valtierra, nacido en esta comunidad, fundador de la radio e historiador comunitario: “Nuestra forma de nombrar al territorio con jurisdicción política, lo que en castellano sería la equivalencia a la palabra municipio, nosotros le decimos ndaatyuaa, que es una palabra compuesta de ndaa – agua y tyuaa – tierra, es decir agua-tierra. Al Estado, como división o territorio político, le decimos ts’ondaa, que literalmente significa la mano del agua”.

Ndaatyua, binomio agua-tierra, es el espacio que tienen para habitar y reproducir la vida en relación con su territorio y la gobernanza basada en normas y principios comunitarios. Pero si se habla de extensiones relacionadas a territorios más amplios, los nombran Ts’ondaa, que significa “la mano del agua”, como si fuese una extensión, una mano que abraza, fluye y se extiende, como los afluentes que crecen, recorren y cruzan los montes y llanuras de la gente que habla la palabra del agua. Y que, como dicen las tejedoras de esperanzas, es lo que bordan en sus huipiles.

Actualmente algunas comunidades de Suljaa’ (Xochistlahuaca) tienen nombre de arroyos o manantiales, tales como Arroyo Guacamaya, Cabeza de arroyo limón, Manantial mojarra, Arroyo sangre, Cabeza de arroyo lagarto, Arroyo grande, Arroyo mujer, Arroyo pájaro, Arroyo totole, Cabeza de arroyo caballo, Arroyo yerbasanta, por mencionar algunos. Esto es porque para el pueblo nn’anncue que habla la lengua ñomndaa, la cultura y la forma de pensar e identificar el territorio se vincula estrechamente con el agua.

En el trabajo que realizan hombres y mujeres, y específicamente las mujeres tejedoras, hay una clara representación de los seres del agua y del monte en sus telares. Rudiceli señala que en su idioma y su vida cotidiana “todo lo que hay es nombrado como seres espirituales. Por ejemplo, al referirse al agua, al monte o a la tierra, hay un ser del monte, del agua, de la tierra y de todo lo que es importante. Todo el territorio es nombrado como un ser espiritual, y se refiere a él con respeto, por eso se dice tsan ts’om ndaatioo (Ser corazón del agua), que es una forma de hablarle con respeto, que tiene que ver con una forma de ver el mundo, de vivir como nn’anncue ñomndaa”.

Por El Orejiverde
Fotos: Óscar Rodríguez Vallotton
Fuente: https://desinformemonos.org
Fecha: 2/11/2023

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