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La particular relación de la gente mapuche con el puma, un animal sagrado al cual no deben perseguir, ni atacar ni mucho menos cazar

Ayer domingo Buenos Aires estaba como suele estar los dias de Enero. Tranquila, silenciosa, vacia de gente y de autos, sin tanta urgencia. Ayer también con una llovizna leve que hizo más llevadero el calor húmedo y tropical que en los últimos tiempos ha llegado para instalarse por estos lares.

En esa atmósfera de bastante quietud y ritmos más lentos nos encontramos, en ocasión de su paso por Buenos Aires, con Héctor René Beltrán, integrante de la comunidad mapuche Kilapi (Neuquén) y referente del Consejo Zonal Picunche en el Area de Producción. También es uno de nuestros corresponsales en la provincia de Neuquén. Y un viejo y gran amigo, maestro y hermano.

Siempre tenemos muchos temas sobre los cuales conversar e incluso habiamos pensado esta vez hacer una nota referida a la actualidad del Consejo Zonal Picunche, uno de los cinco Consejos Zonales en que las comunidades mapuches del Neuquén se han organizado desde hace un tiempo atrás, pero de pronto, y mientras las palabras iban y venían en una fluida corriente de comunicación y mientras el mate primero y las empanadas después acompañaban el encuentro, sin saber muy bien como, surgió un tema no pensado, imprevisto.

Los pumas en la veranada

Como todas las comunidades mapuches, la de Kilapi o Chorriaca no es la excepción: ubicada en el norte de la provincia, sus hombres y mujeres son pastores transhumantes, que en el verano llevan a sus animales a la “veranada”, los campos de buenos pastos frescos y agua en abundancia, en donde podrán alimentarse y estar bien preparados para cuando tengan que regresar meses después a los campos de “invernada” las tierras adonde está asentada la comunidad el resto del año.

El traslado se realiza después de la ceremonia anual del Nguillatún a mediados de noviembre, movilizandose unas quinientas personas con arreos de casi tres mil chivos, setecientos caballos y seiscientos vacunos. Es un gran movimiento humano y de animales que se dirigen durante unos dos dias a la veranada, distante ciento veinte kilómetros de la comunidad. Alli los esperan trescientos “puestos” -alojamientos- adonde se van ubicando los distintos grupos familiares.

Una vez asentadas las familias, los animales y todo el inmenso complejo que hasta el mes de abril los tendrá alli, en plena precordillera de los Andes, es cuando, ante la vista de tan abundante alimento suelen llegar ellos, los pumas, dispuestos a llevarse alguna presa.

Cada tanto llega alguno hasta los animales y se llevan por lo general un chivo, aunque no han faltado casos en que han capturado ovejas, terneros o incluso algún potrillo. Muchas veces los paisanos son testigos de la escena...

-¿Y entonces ?- preguntamos con un dejo de ansiedad
-“Entonces nada”- contesta René con su tranquilidad habitual- “No se hace nada, solo se le habla al puma, porque el es el Tra peñi, el Hermano Grande, el Hermano Mayor. Es un espiritu muy importante. No se lo puede perseguir, ni atacar ni menos aún cazar”

-¿Y que le dicen cuando le hablan?- -“Le decimos: eso que usted se lleva hermano sabemos que es por necesidad, pero le pedimos que no lo vuelva a hacer porque nosotros somos gente que también necesita el alimento para subsistir”

Imaginamos la escena y rápidamente entendemos que el Tra peñi, el hermano Mayor, el puma de la veranada no se asusta ante la presencia humana, al menos ante la presencia humana de los mapuche. René lo corrobora: “Si, en general es asi, Yo vi algunas veces al Tra peñi y el nunca se asustó de mi. Una vez me topé en uno de los lugares de la veranada con cuatro pumas !! estaban echados, se acaban de comer un jabalí, y descansaban satisfechos de su logro. Me miraron y siguieron descansando. Ellos solo disparan de los cazadores”

La conexión espiritual

Hay un relato que dice que durante la “conquista del desierto”, muchas familias indígenas huian de la persecución del ejército y en su marcha forzada se iban quedando sin alimento. Un dia la abuela de una de esas familias encontró el rastro de un Tra peñi y al que no vio como una amenaza, sino como una salvación.

Fue asi que decidieron seguir ese rastro a una distancia prudencial y cada tanto fueron encontrando algo del producto de la caza del puma, que les dejaba presas casi completas. Asi, durante un larguísimo trayecto que les permitió alimentarse y subsistir: El noble animal les iba dejando el alimento. “El Tra peñi es un hermano protector”- concluye René.

Esa conexión espiritual hombre-felino está muy presente y se afirma en todos los encuentros : “el encuentro con un Tra peñi siempre trae mensajes que pueden ser buenos o malos según la situación. También según el tipo de puma será el mensaje: un animal todo blanco es muy dificil de ver, pero si eso se produce, puede marcar algo muy importante para el lof (comunidad); si en cambio se presenta un animal con una linea negra en el lomo, esto puede ser negativo”

Parte de esa conexión con el animal sagrado es hablarle, especialmente cuando se lleva la comida de las personas, como ya vimos.

-¿ Cualquiera puede hablarle?-
-Si, cualquiera. Incluso se le enseña a los chicos como hablarle. Y a ellos especialmente se les enseña que el Tra peñi no es una plaga, como los zorros u otros animales. Ellos son parte de la naturaleza. Somos nosotros los que invadimos su espacio y ellos nos enseñan que hay que compartir el espacio para mantener el equilibrio... El Tra peñi es el gran maestro que nos enseña el arte del equilibrio”

“Muchos abuelos dicen que donde el puma terminó de comer hay que encender un fuego para que el no vuelva por ahí” explica René. Pero el siempre vuelve, no sabemos si a ese lugar, pero siempre vuelve, para establecer contacto, para algún mensaje, para marcar su presencia y hacer su conexión espiritual con el humano.

Tra peñi, el Hermano Mayor....como René, que siempre viene para traernos alguna enseñanza.

Por ElOrejiverde
Fecha: 11/1/2016

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